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Los escándalos ponen a Charles Haughey al borde de la dimisión

Enric González

El primer ministro deja República de Irlanda, Charles Haughey, se verá forzado a dimitir esta semana. La crisis política ha sido provocada por los Demócratas Progresistas (PD), el pequeño partido coligado con el Fianna Fáil, que se niega a seguir apuntalando el Gobierno si Haughey no se retira. Todo indica que el primer ministro anunciará oficialmente su dimisión hoy, víspera de la presentación del presupuesto en el Parlamento.

Ya ha comenzado la carrera para la sucesión de Haughey en la jefatura del Gobierno y del Fianna Fáil, pero con él nunca se puede estar seguro. Se trata de un político fajador y escurridizo al mismo tiempo, tres veces primer ministro y líder de su partido durante los últimos 11 años, capaz de sobrevivir a las crisis más extremas y de resucitar políticamente cuando se le da por enterrado. En noviembre pasado, un sector mayoritario del Fianna Fáil (Soldados del Destino) se rebeló contra él, dirigido por el ex ministro de Finanzas Albert Reynolds. Haughey parecía definitivamente acabado pero, en una agónica reunión de 14 horas con su grupo parlamentario, logró que se le permitiera seguir en el poder hasta marzo o abril. Para entonces, dijo, podría "retirarse dignamente".La fecha parece haber llegado antes. El último envite contra Haughey fue lanzado hace una semana, cuando Sean Doherty, antiguo ministro de Justicia, hizo una inesperada revelación sobre un antiguo escándalo. Doherty tuvo que dimitir hace 10 años, tras descubrirse que el Gobierno espiaba ilegalmente las conversaciones telefónicas de dos periodistas. El pasado martes, Doherty confirmó lo que todo el mundo sospechaba: que Haughey fue el principal responsable de aquellas escuchas. El primer ministro lo negó de inmediato, pero sus socios de coalición gubernamental decidieron que esa gota colmaba el vaso de su paciencia.

"No se trata ya de si Haughey miente o dice la verdad; la cuestión es que el Gobierno no se dedica a gobernar, sino a sofocar escándalos, y el culpable de todo ello es Haughey", declaró un portavoz del PD. El PD, con sólo seis diputados, ha mantenido en el Gobierno a Haughey y al Fianna Fáil desde 1989, cuando el tradicional partido hegemónico no consiguió obtener la mayoría absoluta y tuvo que coligarse. Haughey ha sido implicado desde entonces en varios casos de corrupción financiera y tráfico de influencias, lo que amenaza con destruir la reputación de sus socios del PD, un grupo que se presenta como regeneracionista en la espesa escena política irlandesa.

Charles Haughey ha dado a entender que no desea convocar elecciones anticipadas justo en la mitad de la legislatura, y la salvación del Gobierno debe pasar, por tanto, por su propia dimisión. Siempre que Haughey, al que en Irlanda llaman Houdini por su habilidad para zafarse de situaciones desesperadas, no tenga preparado un truco de última hora.

Carreras de aspirantes

El partido bulle en las últimas jornadas, con decenas de reuniones en las que los principales candidatos a sucederle intentan asegurarse el apoyo de la mayoría. El aspirante más destacado, al menos en teoría, es Albert Reynolds, el ex ministro que ya en noviembre encabezó la frustrada rebelión contra el correoso primer ministro. Este multimillonario fabricante de comida para perros cuenta con la experiencia de haber dirigido cuatro ministerios y pasa por ser un buen gestor. Su punto débil es, paradójicamente, su enemistad con Haughey, quien mantiene pese a todos los escándalos una indiscutible autoridad moral en el Fianna Fáil.El candidato preferido de Haughey es Ray MacSharry, comisario de la Comisión Europea para Desarrollo Agrario. Su fidelidad al jefe es inquebrantable y es considerado un eficiente tecnócrata. Otras dos personas podrían dar la sorpresa. Una es Mary O'Rourke, ministra de Sanidad, una católica liberal que no se opone frontalmente al divorcio y a los métodos anticonceptivos. La otra es Bertie Ahern, ministro de Finanzas.

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