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El Ejército quería hacer, un examen psíquico especial al recluta homicida

El Ejército disponía de dos exámenes que revelaban que el soldado José Antonio Molero Garrido, acusado de matar con un Cetme el pasado miércoles a dos compañeros era el destacamento militar de Peñagrande, sufría trastornos psicológicos. Dadas las deficiencias observadas, los psicólogos creyeron conveniente someterle -a él sólo, y en un plazo de dos meses- a una tercera exploración. Molero fue conducido ayer de forma provisional a un calabozo militar tras prestar declaración en el juzgado de guardia de Madrid.

Molero señaló en el juzgado que nada más incoporarse a filas fue sometido, al igual que el resto de la tropa, a un test de carácter general, y añadió que días después los psicólogos volvieron a hacerle -a él y a otros cuatro compañeros más- una segunda exploración. Al ver los resultados, los facultativos creyeron conveniente efectuarle un tercer control, pero ya únicamente a él.Según han manifestado fuentes de la investigación, uno de los exámenes psíquicos efectuados revela que Molero sufría "complejo de inferioridad, síndromes depresivos y estados de nerviosismo

Molero se presentó ayer en el juzgado de guardia poco antes de las nueve de la mañana, escoltado por agentes de la policía y con el mismo traje de faena militar que llevaba la noche en que disparó contra sus compañeros Ricardo Olivo y Luis Rodríguez, ambos de 19 años.

Su rostro, muy aniñado, denotaba aturdimiento y cansancio. Su declaración judicial se caracterizó por la parquedad, aunque apenas se diferenció de la que prestó el pasado jueves ante Grupo cinco de Homicicos (le la Policía Judicial, según indicaron las citadas fuentes.

"Putadas de los veteranos"

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El recluta reiteró que en ningún momento tuvo intención de matar a sus compañeros, sino que trató de "asustarlos" porque Ie hacían putadas".

Según su versión, sobre las 6.20 de la madrugada de! miércoles, cuando realizaba su prirriera guardia en una garita del cuartel, comenzo a "pensar en las putadas- que le hacían Ios veteranos". Minutos después, siempre según su relato, metió en el Cetme .,un cargador con 18 proyectiles- y se dirigió hacia el dormitorio de la compania, que se encontraba a oscuras.

Ya en el dormitorio, pregunto a un compañero, al que conocía por el nombre de Pancho (que estaba despierto) dónde dormía Ricardo Olivo, y éste le indicó la habitación de enfrente, acerque a él y le puse el Cetme en la cabeza, sólo para darle un susto: me retiré un poco y disparé. El tiro fue involuntario; no quería matarlo", subrayó.

Tras la detonació,n, se despertó Luis Rodríguez. Este, confundido, pidió que diera la luz, cosa que no hizo. Entonces Molero gritó: "iQue no se mueva nadie¡ ¡Estoy harto de la mili¡". Al escuchar el grito, Rodríguez dio un paso hacia adelante y recibió el primer tiro, en el torax. Rodríguez, aun con vida, dio otro paso, que fue respondido con otro disparo, esta vez en el abdomen.

Molero, que se mostró poco explícito en su declaración de ayer, preguntó tras los disparospor el suboficial de guardia y se encaminó hacia su dormitorio, todavía con el arma entre sus brazos. "Tira el arma al suelo y déjala tumbada", le ordenó el sargento de guardia. Molero obedeció.

Los soldados que hacían guardia ayer en el destacamento de Peñagrande, en la ciudad Puerta de Hierro, aseguraron que Molero no había tenido ningún enfrentamiento con nadie durante la mili, hasta donde ellos conocían. "Yo he oído de todo, pero todas las historias, distintas", afirmó uno de ellos. "Ése estaba grillado", terció otro. "A nosotros los veteranos nos tenían prohibido acercarnos a los novatos en el cuartel", comentó un cuarto recluta, informa Ana Alfageme.

Por otra parte, Piedad Garrido, madre del soldado, declaró ayer a Radio Nacional que no entendía lo que le había podido "pasar a su hijo por la cabeza" para disparar contra sus compañeros.

Garrido pidió "que no le hagan daño" a su hijo "en la cárcel", y justificó su acción en que "no ha podido superar aún", dijo, Ia rnuerte de su padre", ocurrida hace nueve años. "Lamento profundamente el dolor que mi hijo, ha ocasionado a las familias de los dos soldados muertos", agregó.

El titular del Juzgado de Instruccíón número 20 de Madrid, Enrique Collado, que procedió al levantamiento de los cadávares, se va a encargar de instruir las diligencías

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