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Niños gitanos apedrean a la policía tras el funeral de un drogadicto apaleado por dos agentes

Niños y mujeres de El Vacie, un asentamiento chabolista de Sevilla, cortaron ayer la carretera que lleva al poblado en señal de protesta por la muerte de Antonio Rodríguez Pérez, un heroinómano de 28 años, que, según 50 testigos, falleció el lunes como consecuencia de la brutal paliza que le propinaron dos policías el 15 de enero. Los niños del poblado hicieron retroceder a pedradas a los agentes antidisturbios que ayer se desplazaron al asentamiento para intentar contener la ira vecinal tras el entierro del fallecido. Fuentes policiales han afirmado que la muerte de Rodríguez se debió a "una enfermedad muy antigua".

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El Defensor del Pueblo, Álvaro Gil Robles, pidió ayer información sobre el suceso a Interior, que no ha apartado del servicio a los dos policías acusados del apaleamiento.Sobre la una de la tarde de ayer se ofició el sepelio del joven, que falleció el lunes por la mañana en el Hospital Policlínico de la ciudad, adonde fue traslado en ambulancia con síntomas de asfixia. Según explicó Ángel Monge, abogado de la Asociación Pro Derechos Humanos -que presentará una querella contra los dos policías-, el día 15,dos agentes conocidos por los sobrenombres de Pies grandes y El conejo acudieron al domicilio de Antonio Rodríguez acusándole de tráfico de drogas.

Según la versión de los testigos, ofrecida ayer nuevamente a los periodistas, los policías sacaron a Rodríguez de su casa y lo esposaron a un vehículo patrulla para después arrastrarlo a remolque a lo largo de unos 200 metros en presencia de más de 50 personas. Después, añadió Monge, le propinaron una brutal paliza, pateándolo y golpeándolo con linternas por todo el cuerpo. "Al no encontrarle nada, lo dejaron allí tirado", añadió el abogado. Según los vecinos, Pies grandes y El conejo son muy conocidos en El Vacie.

Cerca de 200 personas asistieron al entierro de Antonio Rodríguez en el cementerio de San Fernando. La madre, entre gritos y sollozos, exclamó: "¡Que se haga justicia con esos dos policías! han reventado a golpes a mi hijo!". El ambiente se fue tensando hasta que los asistentes al sepelio prorrumpieron en gritos contra la policía.

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Corte de carretera

Tras el entierro, de regreso en El Vacie, mujeres y niños bajo el grito de "queremos policías, no asesinos", cortaron el tráfico en la carretera de Brenes, colindante a las chabolas, esparciendo sobre el asfalto las piedras, cascotes y desperdicios que se amontonaban a un lado de la calzada. Posteriormente, los niños, pese a las indicaciones en contra de las mujeres, comenzaron a apedrear y patear un coche patrulla.

Todavía se desconoce la causa exacta de la muerte, ya que los familiares aseguran haber recibido distintas versiones de los médicos. La familia ha negado que el fallecimiento se debiera a una sobredosis o al sida. "Es imposible que en los tres días que estuvo, con nosotros probara la droga. Si no se podía mover", afirmó una de las hermanas, que añadió: "Mi hermano no estaba enfermo".

Rodríguez fumaba heroína, pero no se pinchaba, según familiares y vecinos, que añaden que "no vendía droga". El joven, tras la paliza, fue atendido por una familia gitana pero, al empeorar su estado, fue trasladado a la casa de sus tíos, y de allí a la de sus padres, donde permaneció con intensos dolores hasta el domingo. El joven fue llevado en dos ocasiones al hospital, pero hasta el último momento no contó a sus padres lo sucedido.

Los habitantes del asentamiento chabolista se quejan de las constantes agresiones que sufren por parte de miembros del Cuerpo Nacional de Policía. "Primero pegan y después registran", comentó Saúl, un joven que trabajaba con Antonio Rodríguez "en la venta de nueces y castañas".

"Echan abajo las puertas, amenazan con colocarte paquetes, golpean a quien les viene en gana y a las mujeres las desnudan y las magrean", comentaba un grupo de hombres durante el sepelio.

Antonio Márquez, vecino de El Vacie, contó que Pies grandes le golpeó el pasado 28 de agosto cuando tomaba una cerveza en un bar. La agresión le produjo desprendimiento de retina en un ojo, del que ya ha sido operado.

El ambiente que se vive en esta zona tras los últimos incidentes es de indignación y temor a represalias, según indicó un portavoz de la Asociación pro Derechos Humanos. Esta organización ha elaborado una lista de 50 personas que presenciaron la agresión.

El Vacie es un asentamiento de chabolas ubicado sobre un antiguo vertedero. Sobre él se construyó en los años cincuenta una barriada sin alcantarillado y repleta de pozos negros para el saneamiento. El poblado resultó tan insalubre que se realojó a sus inquilinos en una nueva barriada. El abandono de las viviendas, que no fueron demolidas, fue aprovechado por casi un centenar de familias diferenciadas en tres grupos: gitanos, quinquis y payos. Ahora, se parece más al vertedero original que a la barriada franquista. Allí el mercadeo de chatarra convive con el de caballo (heroína), hachís o cocaína.

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