'Mens sana incorpore sano'
El Albacete y el Sporting demuestran la eficacia de contar con un psicólogo
No es precisamente Mikel Lasa, el rutilante fichaje del Real Madrid que no entra de momento en los planes de Radomir Antic, el futbolista más indicado para pregonar: "Hasta ahora me ha ido bien sin psicólogo". Pero parece haber tanto jugadores como directivos y entrenadores que no consideran necesarios a estos profesionales o que creen que su presencia equivaldría a admitir un grado de locura en ellos, lo que desmintió el portero madridista Francisco Buyo. Lo cierto es que el fútbol, caduco en muchas cosas, como en su reglamento, es el único deporte que se resiste a contratarlos.
Nadie se atreverá a decir que el excelente papel en la Liga del Albacete o el Sporting de Gijón, el octavo y el noveno, respectivamente, superando a equipos de mayores presupuestos, se debe a contar con sendos psicólogos. Nadie. Ni siquiera, éstos mismos, Emilio Lamparero, el del club castellano-manchego, y Jesús García Barrero, el de la selección española, que forma tandem en el asturiano con Rosana Llames, se consideran artífices de ello. Pero son, eso sí, parte de un equipo técnico que colabora estrechamente con el entrenador para sacar el máximo fruto de unos futbolistas que no sólo trabajan con las piernas, sino también con la cabeza, con la mente.Los últimos que han pensado en esa idea han sido los directivos del desesperado Español, que ocupa los puestos colistas no por falta de psicólogo, sino por sus propios errores. Tanto Lamparero como Llames estiman que uno de los factores que más daño ha hecho a su especialidad ha sido precisamente el intento de convertirles en hacedores de milagros, en magos, en profesionales que entran en una plantilla y, en dos semanas, la conducen desde los negativos a la candidatura a la Copa de la UEFA.
"Yo llevo más de dos meses trabajando en el Albacete y la verdad es que Benito Floro no me exigió resultados inmediatos consciente de que no eran posibles", advierte Lamparero; "en la pasada temporada tuve un primer contacto con el club a través del que era su preparador fisico, Ginés Meléndez, que me sugirió que me ocupara individualmente de algún jugador. Entonces sí se me pedía un milagro de jueves a domingo".El miedo competitivo
Lamparero, que, como Llames, considera enterrados aquellos tiempos en que el entrenador motivaba y empujaba hacia la victoria a sus hombres con alusiones a la furia española y demás atributos, explica que Floro le hizo una petición clara: "Que le ayudara para reducir el miedo competitivo tras el ascenso a la Primera División, la tensión acumulada, la excesiva responsabilidad y, sobre todo, los problemas de concentración".
Así que empezó a trabajar intensamente en esa dirección en sesiones colectivas, minoritarias o individuales. "Había que conseguir que disminuyera la ansiedad antes de saltar al campo, que desapareciera el miedo a enfrentarse a las fliguras de los otros conjuntos, a los grandes e incluso al qué dirá la Prensa. Un punto importante es reducir la ansiedad, inhibidora del rendimiento. Cuando uno está ansioso no puede ren dir al 100%. Además, se han de generar pensamientos positivos, no negativos. Lo que no preocupa no es la situación sino lo que pensamos de ella".Lamparero y Llames entienden que el trabajo que desarrollan con los jugadores es para éstos "un entrenamiento más": "Hay que preparar las técnicas específicas de relajación: aprenderlas y practicarlas. La imaginación es importantísima en el fútbol como en otros deportes. Supongamos dos saltadores de altura en el momento de concentrarse. Hacen unos movimientos similares, casi idénticos. Pero sólo uno está realizando un autodiálogo positivo. El otro, el que piensa de forma negativa, es el que cogerá el listón cuando esté sobre él y lo bajará porque, antes de iniciar la carrera, era consciente de que no iba a poder superarlo. La ansiedad es un concepto que se anticipa. Uno está nervioso antes de hablar en público, no subido ya a la tarima".Llames y García Barrero, que fueron contratados por el Sporting a comienzos de la pasada, aunque únicamente para dedicarse a la cantera de El Mareo, han iniciado su colaboración con la plantilla de Ciriaco Cano al inicio de la actual temporada. "Es obvio que no tiene nada que ver trabajar con los niños, los muchachos, que con los profesionales, pues hasta sus objetivos son distintos. El equipo grande no tiene más remedio que ganar. Los otros pueden permitirse el lujo de aprender", expone Llames.
La psicóloga del Sporting califica de locura recurrir a un colega con la intención de que cambie la suerte del equipo de una semana a otra, de un mes a otro: "Eso mina nuestra credibilidad. Todo lo que se ha hecho en esa dirección ha resultado un fracaso escandaloso y nos ha dejado a los psicólogos en mal lugar. Si eso funcionase, sería cosa de brujería, pues hablamos de un trabajo que requiere muchas horas de entrenamiento y el conocimiento de unas técnicas delicadas de enseñar, asimilar y practicar por un auditorio novato".
Lamparero y Llames coinciden en que no es igual su labor con los titulares que con los suplentes, con el sano que con el lesionado, tras una victoria que después de una derrota... Para ellos, es vital contar con la colaboración del entrenador. "Si no según Llames, "es imposible programar y realizar un buen trabajo". Para ambos, "lo más delicado es meterte en el bolsillo a los jugadores; que se den cuenta de que tus técnicas les van a ser útiles".
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