Para que retroceda
LA ÚNICA batalla por la que vale la pena empeñarse a fondo es aquella cuyo objetivo sea "hacer retroceder a la muerte", dijo hace algunos años Elías Canetti para resumir su filosofia de la vida. Los esfuerzos por evitar las guerras y combatir la enfermedad serían por ello, para el gran escritor de origen sefardí, premio Nobel en 1981, las tareas más nobles a que podría dedicarse un ser humano. La guerra y la enfermedad. Hoy habría, que añadir: el automóvil.El número de víctimas mortales de la sangrienta guerra civil que se libra en Yugoslavia se eleva, según la cifra ofrecida a fines del pasado mes de diciembre, a 6.000: algo menos que el número de muertos registra dos en las carreteras españolas en 1991 si a las 5.743 víctimas directas se añaden las fallecidas posterior mente a consecuencia de las heridas sufridas, y bastantes menos si se consideran las fallecidas por accidentes en los cascos urbanos. La repetición de tales cifras tiene que resultar descorazonadora para las personas que se esfuerzan por limitar esa sangría, pero no es cierto que resulte indiferente que tales esfuerzos se realicen o se dejen de realizar. Con todo lo trágicas que resultan esas cifras, suponen, por segundo año consecutivo, una cierta disminución respecto al precedente: 352 víctimas menos que en 1989. No parece casual que esa modesta inversión de la tendencia mantenida a lo largo de toda la década anterior haya coincidido con la entrada en vigor de la nueva Ley de Seguridad Vial, cuya normativa se está ahora desarrollando de acuerdo con la experiencia adquirida. Ciertas medidas que fueron acogidas con escepticismo, como la elevación de las multas, merecen ser apoyadas a la luz de esa experiencia. También otras orientadas a limitar la velocidad (y el impacto de la cultura publicitaria de la velocidad) y a reforzar las obligaciones de los fabricantes en materia de seguridad. Su codificación, junto con otras medidas de similar naturaleza, en el nuevo Reglamento de Tráfico, que estudiará el Consejo de Ministros la próxima semana, es un paso necesario para disminuir las posibilidades de éxito de la muerte.
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