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Bush llega hoy a Japón con el propósito de recuperar este mercado

Juan Jesús Aznárez

George Bush, que hoy llega a Japón para intentar recuperar parte de los mercados perdidos ante el avance comercial nipón, efectuó ayer en Seúl un solemne llamamiento contra el proteccionismo, que calificó de "casi inevitable" cuando las economías nacionales entran en fase recesionaria. "Como presidente de Estados Unidos estoy dispuesto a luchar contra esta tendencia, declaró en una intervención ante 40 empresarios surcoreanos.

El ministro de Industria y Comercio, Kozo Watanabe, anunció en Tokio que los fabricantes de coches japoneses deberán hacer importantes concesiones a las grandes corporaciones norteamericanas, mientras el presidente de Nissan, Yutaka Kume, manifestaba, por su parte, que "haremos lo que podamos, pero no estamos preparados. para comprar componentes de Estados Unidos sin tener en cuenta los altos precios o la deficiente calidad".El presidente norteamericano no consiguió en su visita de dos días a Corea del Sur, uno de los principales aliados de Washington en el Pacífico, que el Gobierno del presidente Roh Tae Woo abriera el mercado de arroz; alimento fundamental en la dieta de 42 millones de surcoreanos. Los granjeros de este país, al igual que los japoneses, temen que la entrada de arroz más barato arruine sus ventas. El jefe de la casa, que encajó una negativa sabida de antemano, aludió, como alternativa imprescindible, a la necesidad de una feliz conclusión de las negociaciones del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), actualmente bloqueadas por los temas agrícolas.

Bush recibió promesas de colaboración económica en una nación que registra un creciente déficit comercial con Estados Unidos, contrariamente a Japón. De acuerdo con la Corporación de Comercio Coreana, fuertes subidas salariales y una elevada inflación han perjudicado la capacidad exportadora del país, superada por otros países asiáticos con mano de obra barata.

Bush convertido en comerciante llega hoy a Osaka para dar comienzo a la escala más comprometida de su misión y la más promisoria si culmina con éxito. Hasta el momento no hay garantías de que los 2.900 y 1.230 millones de dólares que Toyota y Nissan destinarán, respectivamente, en 1995 a la compra de piezas de automóviles en Estados Unidos, contra los 1.600 y 800 presupuestados en 1992 vayan a contentar a los gigantes de Detroit. Tampoco es seguro que el descuento en el tipo de interés oficial acordado por el Banco de Japón para animar el consumo interno vaya a incidir a corto plazo en la disminución de un superávit comercial de 41.000 millones de dólares favorable a Tokio.

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