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Varias compañías ofrecen en Francia temporeros del Este para labores duras

Compañías públicas y privadas de Francia están recibiendo una oferta tentadora: disponer de mano de obra barata, abundante, sumisa y renovable con un mínimo desembolso. El semanario Le Canard Enchaíné descubre, en su último número, la existencia de empresas dedicadas a la importación de trabajadores temporeros venidos del Este.

Los trabajadores del Este "aceptan realizar labores duras o desagradables que rechazan los trabajadores franceses", tal y como expone Alexandre Rousset, director de Interland, una de las sociedades dedicadas a este tráfico de trabajadores, en la carta enviada a los responsables de personal de diversas compañías, entre ellas varias relacionadas con el sector público.Interland explica en dicha carta que "la ley autoriza a los trabajadores extranjeros a permanecer. un máximo de 90 días en empresas francesas en el marco de. un acuerdo de colaboración" y que, por lo tanto, no se trata de trabajadores clandesti

nos. El texto incluye también consideraciones de orden económico -"su empresa sólo puede continuar funcionando si vd. logra escapar al peso excesivo de las cargas sociales"-.

Las ventajas que se derivan de contratar temporalmente húngaros y búlgaros -Interland mantiene contactos con Sortimento y Esperkomerc, sociedades radicadas en Budapest y Sofia respectivamente- no se limitan para el empresario a ahorrarse el pago de la Seguridad Social o disponer -de mano de obra dispuesta a todo, sino y de manera especial a pagar salarios dos o tres veces inferiores al mínimo legal.

Comisiones

Así, por 2.000 o 2.500 francos franceses (entre 38.000 y 47.000 ptas) por un mes con 169 horas laborables es posible hacerse con una plantilla nueva de albañiles o basureros que se renueva periódicamente. La contrapartida son los 3.500 francos que Interland cobra por cada trabajador que proporciona y en que hay que facilitarles alojamiento gratuito, detalle al que la carta quita importancia al especificar que bastan "una caravana, barraca prefabricada o un abrigo semejante", siempre y cuando "estén cerca del lugar de trabajo".El viaje corre a cuenta del trabajador pero Interland procura hacerlo lo menos caro posible agrupando tres o cuatro obreros en un mismo vehículo particular". Para Alexandre Rousset no tiene sentido criticar las condiciones de trabajo o los bajos salarios dado que "en un mes de trabajo en Francia ganan lo mismo que en siete u once meses en su país. En el trato no hay nada ilegal".

Obviamente, aunque la carta va encabezada por un "el gobierno ha decretado la caza de los trabajadores clandestino", la intención de Interland es la de evitar que el empresario "se vea obligado a permanecer en la ilegalidad". De ahí que proponga rusos, polacos, húngaros y rumanos para sustituir, dentro del más estricto respeto del "Derecho a la inmigración reconocido por la Office des Migrations Internationale", a senegaleses, malinianos, marroquies o argelinos.

Eso sí, Interland recuerda a los empresarios que hay que "respetar las leyes existentes" y que por eso está prohibido "reemplazar los, asalariados de una empresa por los temporeros que proporciona Interland".

En cualquier caso, existe la constancia de que sociedades que trabajan para el sector público en la construcción de autopistas o viviendas sociales utilizan una mayoría de trabajadores venidos del Este de Europa, renovando cada tres meses, tal y como la ley obliga, la mayor parte de la plantilla

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