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Mitterrand someterá a debate la reducción del mandato

El presidente francés François Mitterrand ratificó en su mensaje de fin de año que, a lo largo de 1992 prevé consultar la opinión popular en dos ocasiones: antes de verano para pedir la ratificación del tratado de Maastricht y sin fecha determinada para llevar adelante un proyecto de reforma constitucional que debiera comportar la reducción del mandato presidencial de siete a cinco años.La breve alocución -duró menos de 8 minutos- no aportó mayores precisiones. El presidente continúa sin desvelar si recurrirá al referéndum o preferirá la vía parlamentaria para consultar el parecer de los franceses. Mitterrand insistió también en que la situación francesa, con un producto nacional bruto que sigue creciendo, y una inflación menor que la alemana o la estadounidense, es menos mala de lo que los ciudadanos creen: "Tienen ustedes el derecho de dudar cuando se les dice que, en medio del desorden general, Francia sale mejor librada que los demás, que controla la inflación mejor que los alemanes, mejor que Inglaterra, mejor que Estados Unidos, pero ¡es cierto!".

Dependencia de EE UU

El presidente francés habló de "una crisis de languidez, económica sin duda, pero también psicológica", pero también de que "Francia sigue siendo uno de los cuatro primeros países del mundo" y "uno de los mejor preparados de cara al retorno de la prosperidad", una prosperidad que se hace de rogar, ya que "se esperaba que Estados Unidos diese la señal, pero la señal no se ha dado". Mitterrand reconocía así explícitamente la dependencia económica francesa y europea respecto a EE UU.El mensaje de fin de año también sirvió para recordar lo vivido a lo largo de 1991: la guerra del Golfo, el hundimiento de la Unión Soviética -"borrando a la vez el rastro de Stalin y de Pedro el Grande"-, el éxito de Maastricht y "la guerra que libran los pueblos de Yugoslavia", que obliga a crear "estructuras intereuropeas en las que el derecho a la independencia no se confunda con la anarquía de las tribus de otras épocas".

La oposición se apresuró a criticar el mensaje de Mitterrand, reprochándole que no hablase "de un paro que se ha duplicado durante los diez años de su mandato" o de que "su imagen vaya pareciéndose a la de Gorbachov: obsesionado por su impacto internacional e impotente: e impopular en su propio país". El presidente, que pareció menos convincente y más aislado que nunca, acabó su parlamento deseando a todos los franceses "salud, seguridad, alegría de amar y de ser amado", esperanzas que es difícil no relacionar con el difícil momento que atraviesa el propio presidente.

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