Kohl logra mantener unidos a los democristianos alemanes
El congreso de la Unión Cristiana Democrática (CDU), el partido del canciller Helmut Kohl, finalizó ayer en Dresde con la decisión de aplazar la discusión de los temas polémicos -fundamentalmente la nueva ley del aborto- y con la sensación de que Kohl ha conseguido, por el momento, apaciguar a sus huestes, especialmente a los viejos cargos, de la CDU de la antigua Alemania comunista, que amenazaban con una revolución si seguía adelante la purga iniciada hace unos meses.
La decisión de no discutir el tema del aborto ni el de los seguros de invalidez y trasladarlos al grupo parlamentario democristiano, muestra hasta qué punto la CDU tiene miedo a mostrar en público las disensiones internas que tienen al partido paralizado desde que hace un año ganara arrolladoramente las elecciones todavía en la ola de la unificación.Desde entonces, la CDU ha perdido todas las elecciones regionales que se han celebrado cediendo el control del Bundesrat -la cámara territorial- a la oposición socialdemócrata, ha visto descender en más de un 15% su militancia y figura por debajo del SPD en la mayoría de los sondeos.
El congreso de Dresde, el primero celebrado en una ciudad de la ex RDA, sólo ha servido para mostrar de nuevo el control, al menos en la superficie, que el canciller Kohl mantiene sobre el partido. De hecho, el gran debate sobre las responsabilidades de los viejos cargos de la CDU que colaboraron con el régimen comunista fue barrido bajo la alfombra de la paternalista intervención de Kohl, el primer día del congreso, en la que pidió "moderación" y "tolerancia" a los militantes occidentales a quienes acusó de "arrogantes".
Manifiesto de Dresde
En la capital sajona, los democristianos lanzaron el llamado manifiesto de Dresde, en el que establecen el principio de que, en el futuro, todos los gastos públicos que no se refieran a la ex RDA serán reducidos, y se aplazarán e incluso anularán las inversiones públicas en el Oeste, en favor del Este. El documento insiste también en dos viejas obsesiones de Kohl: la voluntad de cambiar la Constitución en lo que se refiere a las liberales leyes de asilo político y a la imposibilidad de enviar soldados alemanes fuera de la OTAN.Según el democristiano Reiner Eppelmann, que fuera el principal dirigente del partido Despertar Democrático (DA) -al que también pertenecía Merkel- y que ocupó el puesto de ministro de Defensa en el último Gobierno de la RDA, casi el 80% de los actuales militantes de la CDU en la ex RDA, pertenecían al partido antes de la caída del muro de Berlín en 1989. Los que fueran "importantes funcionarios de esos tiempos", dijo Eppelmann, "no pueden hoy en día representar con credibilidad a un partido democrático".
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