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El Estudiantes se permitió ante el Malinas foguear a sus jovenes

No era el caso poner las cosas en su sitio. El Estudiantes fabricaba casi tres tantos por minuto mientras los belgas navegaban a ritmo de uno en idéntico margen de tiempo; una sencilla operación matemática señalaría una previsión final abrumadora, algo así como un marcador 120-40. No era el caso, efectivamente, intentarlo. El Estudiantes se limitó a cubrir el expediente decorosamente.El Malinas puso de manifiesto muy rápidamente una incapacidad general para pelear por el resultado: nula atención defensiva, muy escaso dominio del ritmo, falta de solvencia ofensiva y pobre actitud para el rebote. Ante tan débil oposición, el Estudiantes procuró establecer una diferencia tranquilizadora en el más breve periodo de tiempo. Transcurridos 15 minutos, la distancia entre uno y otro alcanzó los 30 tantos (43-13). Pinone se quitó el mono de trabajo y el técnico del Estudiantes, Miguel Ángel Martín, abrió la puerta a las promesas de la cantera. El público tuvo la oportunidad de ver así una larga exposición de Alfonso Reyes. Buen producto, sí, señor.

Salvado el resultado, el partido transucrrió en actitud de trámite. Hubo ocasión, sin embargo, para asustarse de cómo un equipo de la Liga europea era capaz de regalar un saque de banda al contrario o fallar un contraataque de dos elementos contra ninguno, es decir, contra sí mismos. Tan patética demostración era suficiente para abandonar la grada, pero el público prefirió, con buen juicio, detenerse en otros detalles. Por ejemplo, en el citado Reyes.

Dicen que Reyes es una fotocopia lejana de Fernando Martín. Sea o no oportuna esta apreciación, señálese que Reyes es de esos pívots que parecen altos, pero también anchos; o sea, un pívot cachas. Últimamente, las torres nacionales sufren endémicos problemas para llenar la camiseta: son muy altos, pero delgados; parece que han crecido sin tiempo para comer como Dios manda. Y Reyes no es delgado; es fuerte, agresivo y hasta habilidoso. Ayer sumó 18 tantos con cierta facilidad y sacó a relucir varias suertes del juego dentro de la zona. Cierto que enfrente no tenía demasiada oposición, pero no era el caso. El caso es que el muchacho tiene madera.

El caso tampoco era humillar, sino ganar. Al Estudiantes le sobró partido y al Malinas le faltaban demasiadas cosas como para viajar dignamente por una Liga europea.

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