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Los sospechosos cuidados de Manuel

Vecinos de una anciana muerta con desnutrición denuncian que fue vejada por un hombre que se coló en su casa para 'atenderla'

Ana Alfageme

ANA ALFAGEME Dolores Vidal Montes murió el viernes pasado en Madrid, a los 80 años, con una desnutrición extrema. Tras vivir sola 20 años en su casa del barrio de Moratalaz, un hombre, Manuel Jiménez Rodríguez, se mudó a su casa hace varios meses con el pretexto de cuidarla, según aseguran los vecinos. Dicen que la mujer se fue quedando en los huesos y que oían a diario sus quejas pidiendo, que no la pegase. Los vecinos, que se habían dirigido al juez en agosto para denunciar los malos tratos y la ocupación ilegal de la casa, creen que el hombre quería quedarse con la vivienda y los bienes de la mujer y que la maltrató hasta su muerte.

"La encontramos el jueves pasado inconsciente y en cueros, tiritando y tapada con una manta vieja, en un colchón manchado de excrementos", cuentan tres vecinas de Dolores. Se la llevaron al hospital Gregorio Marañón. La mujer tenía una intensa desnutrición y deshidratación e ingresó con alteraciones de la conciencia, según los médicos. La anciana, que además tenía problemas de arterioesclerosis, murió al día siguiente.Victoria Yeste, su sobrina nieta, afirma que ha intentado entrar en la casa para hacerse cargo del entierro, pero el hombre se lo ha impedido, como en otras ocasiones antes de la muerte de su tía, bajo amenaza de muerte. Dolores no ha sido enterrada aún y el hombre seguía encerrado ayer en la casa de la anciana. La sobrina le ha denunciado por ocupación de la casa y amenazas.

"El se ha metido a pillar el piso y lo demás", afirmaba un vecino a. modo de resumen. Dolores, que nació en Chiclana de Segura (Jaén), era asistenta, estaba soltera y vivía sola. "Siempre fue muy rebelde y tenía mal genio", explica la sobrina. "Era una mujer limpísima y muy activa recuerda Conchi, una vecina.

Tras su jubilación, la mujer se fue demenciando y la relación con los vecinos se deterioró. Tu vieron que avisar el año pasado al Ayuntamiento para que sacase a 10 gatos y un perro que vivían con ella en la casa y que llenaba el bloque de ruidos y olores. Después de aquello, y a instancias de los vecinos, la Junta de Distrito de Moratalaz escribió al fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid para que se incapacitase a la anciana.

"No me pegues"

Manuel iba con otro hombre a llevar la comida a la anciana desde el cercano hogar del jubilado y, según cuentan los vecinos, comenzó a visitarla, y finalmente se mudó. La gente del bloque empezó a oír gritos a todas horas, del hombre y de la anciana, y vieron cómo ella, encerrada en casa siempre que él estaba ausente, se iba consumiendo. "No me pegues, no me pegues más", oían.

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"Le dábamos de comer y la lavábamos alguna vez que él nos dejaba entrar, porque seguro que él se comía lo que le traían", dice una vecina. "Nos pedía agua y se la pasábamos por un agujero de la puerta", dice Consuelo. Dori, la vecina de al lado, dice que le oyó a él decir: "Cállate, que te voy a dar unos palos en los riñones y te voy a matar". "Me pega y me ha hecho poner el dedo en un papel", le dijo también a Dori. Todos creen que le hizo firmar el testamento.

El pasado verano veían a Lola desnuda y encerrada como siempre, porque él pasaba casi todo el día fuera. "Un día tuvimos que avisar a la policía porque ella intentaba tirarse por la ventana. No aguantaba el calor", cuenta Dori. En agosto, los vecinos del bloque denunciaron ante el juez los malos tratos y coacciones sufridos por la mujer y afirman que "no se ha demostrado que la mujer diera expresamente el consentimiento" para que Manuel Jiménez se mudase. Denunciaban también que el hombre disponía libremente del dinero de la señora Vidal, haciéndose -pasar ante la entidad bancaria por un familiar". En el escrito se afirma que algunos vecinos "cuyas ventanas coinciden" han "comprobado ocularmente" que Manuel la maltrataba. Cuando se le reprochaba, respondía "con frases soeces o con claras amenazas de muerte". Los vecinos desean perderle de vista y tienen miedo. "Si el piso no es para mí, voy a quemar la casa", dicen que gritaba el día que murió Dolores.

Amor de 'hijo'

Manuel llama a gritos -" ¡mamá! "- a Dolores, abrazado a su retrato. De vez en cuando chilla: "Guapaaaa!", o llora, mientras da vueltas por la casa, destartalada y sucísima, envuelta en un olor pestilente a gato. Dice que es un conocido del marido de Dolores [era soltera], "que murió en la guerra" y que se encontró a la anciana hace tres años andando por la calle. "Como yo estaba de pensión, me dijo que viniera y empecé a cuidarla y a limpiar".Asegura estar muy enfermo -los vecinos de Dolores afirman que es un enajenado-. "Me lo ha dejado todo porque la he cuidado, una fortuna; tiene un palacete en Chiclana", asegura.

Sobre su traje sucio se pone un hábito morado de penitente para las fotos e invita a pasar a su despacho, una habitación que parece la trastienda de un ropavejero. En las paredes, imágenes de cristos. Y una cruz dorada enorme. "Mi mamá, mi cruz y yo". Sobre el hábito, un cinturón de la Policía Municipal del que cuelga un machete. Dice que también tiene pistola. "Si viene la familia les corto la cabeza con el sable", grita; "que son unos gusanos y la han abandonado".

Al otro lado de la pared donde cuelgan los cristos está una habitación con un colchón lleno de mugre de color oscuro, de donde levantaron a la mujer, desnuda y tiritando, para llevársela al hospital.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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