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LA LIDIA

Gran bronca con insultos a la autoridad

Una fuerte manifestación de protesta de casi 35.000 espectadores al aparecer en el redondel el quinto de la tarde terminó en una bronca con insultos graves a la autoridad, y cientos de cojines en el anillo porque no fue devuelto el toro por falta de trapío y sospecha de menor edad de la anunciada (cuatro años) y de inexactitud en el peso (500 kilos). El poco criterio del juez de plaza (presidente), el ex matador Jesús Córdoba, motivó este desagradable incidente, ya que, como había aprobado originalmente el toro dentro del encierro, no quiso dar marcha atrás.Desde luego que lo lamentable es la falta de escrúpulos del ganadero, Ramón Serrano Segovia, por enviar un toro anovillado que no era digno de la plaza más grande del mundo, y la falta de seriedad del gerente de la empresa, el ex matador Curro Leal.

Tequisquiapan Mariano, Capea, Gutiérrez

Seis de Tequisquiapan, mansos, ilidiables, bronca al 5º. Un sustituto de La Gloria, bravo, y un obsequio de De Santiago. Mariano Ramos: estocada honda caída (silencio); estocada honda (palmas). Pedro Gutiérrez Moya, 'Niño de la Capea': estocada entera, (petición de oreja, vuelta y salida a los medios); estocada entera y descabello (silencio).Jorge Gutiérrez: tres metisaca, pinchazo sin soltar, rueda de peones, un aviso, metisaca, delantera contrana, cuatro descabellos (pitos); pinchazo sin. Soltar, estocada honda (silencio); pinchazo sin soltar, estocada honda, rueda de peones, descabello (ovación). Plaza Monumental de México. 1 de diciembre, Casi lleno.

Los aficionados, por primera vez de forma generalizada, exigieron vivamente que se corrijan estos errores, ya que en lo que va de la actual temporada (1990-1991, ocho festejos) en cuatro encierros ha brillado por su ausencia el trapío.

El primer toro del maestro Mariano fue devuelto por romperse el cepo del pitón derecho al rematar. en el burladero de matadores (de capotes). Al sustituto, un burel (490 kilos) de la ganadería de La Gloria, bravo, noble por el derecho y sin humillar por el izquierdo, lo llevó al caballo por mandiles (delantales) por la cara con suavidad y rematándolos con una bella larga y, con la pañosa, le hizo una. faena con la derecha tirando del ástado, ejecutando los pases completamente en redondo, con buen gusto y sabor y rematándolos perfectamente. Aunque mató bien, la afición esperaba más y no quedó satisfecha, por lo que hubo silencio; a nuestro juicio fue injusta. En su segundo (510 kilos), un manso difícil, lo lidió con maestría, le hormó la cabeza y lo despachó de un clásico volapié y al toro lo despidieron con pitos, pero al diestro al terminar el festejo y abandonar el coso lo aplaudieron.

El primero de Capea (528 kilos) era un marmolillo, cala mocheaba, y veía al torero, per día las manos y se caía. Le hizo una dramática faena. Estuvo exponiendo, en terrenos muy comprometidos, realizando el toreo por abajo.

Emocionó con naturales y derechazos que tuvieron al respetable en suspenso para después estirar el brazo y cobrar una entera. Sin embargo, la autoridad le negó una merecida oreja, por lo que el público lo premió con una vuelta al ruedo y salida a los medios, acción del juez que empezó a preparar en la concurrencia la inconformidad que vendría después. Al toro lo abuchearon en el arrastre. En su segundo, ante lo insólito de la bronca y adhiriéndose a la protesta popular, despachó de una entera en los medios sin darle ningún pase previamente al burel, lo que los espectadores agradecieron. Al toro le pitaron en el arrastre y Capea, al abandonar el ruedo, fue ovacionado.

Jorge sigue sin encontrarle el hoyo de las agujas a sus toros. Tanto a su primero (532 kilos), donde escuchó un aviso, como a su segundo (514 kilos), ambos mansos y difíciles, los lidió decorosamente y, para sacarse la espina, obsequió un séptimo toro de la ganadería de De Santiago que resultó débil, gazapón, con la cabeza alta. Le hizo un bello quite por tapatías para llevar el burel al caballo, y después cruzándose con el toro, consintiéndolo, aguantándole las medias embestidas, logró meterlo a la muleta y lo toreó con mucho tesón, por abajo por ambos lados, al grito de "torero, torero".

Desafortunadamente, volvió a fallar con el acero, por lo que perdió los trofeos, pero le tributaron una sonora ovación al retirarse de la plaza.

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