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Dos policías municipales mueren en la M-30 embestidos por un conductor drogadicto

Los policías municipales Ricardo Ríos Rivera, de 40 años, y Gerardo Terrón Moral, de 36, fallecieron ayer en la carretera de circunvalación M-30, de Madrid, al ser embestido el coche patrulla radar que ocupaban, estacionado en el arcén próximo al parque de Enrique Tierno Galván, por un drogadicto que conducía una furgoneta robada. En un principio, el presunto conductor homicida, Francisco Espí Luna, de 24 años, se fugó a pie, sangrando abundantemente. Después intentó robar un furgón a un panadero, sin éxito, y 40 minutos después del siniestro fue detenido en la calle de la Princesa cuando conducía otra furgoneta que sí logró robar en su desesperada fuga. Su padre había pedido "muchas veces" que lo encarcelaran.

Como consecuencia del brutal impacto, que se produjo minutos después de las seis de la mañana, el vehículo policial fue arrastrado a una distancia de 30 metros y quedó aprisionado contra una farola situada en el arcén. La furgoneta, sustraída horas antes en el barrio de San Blas, se subió encima del vehículo y prácticamente lo aplastó, con los agentes dentro. Un equipo de bomberos tuvo que intervenir para extraer los cadáveres de ambos agentes.Según el atestado, el conductor del vehículo patrulla, Ricardo Ríos Rivera, falleció al instante por aplastamiento, mientras que su acompañante, Gerardo Terrón Moral, fue trasladado muy grave al hospital Doce de Octubre, donde falleció sobre las 7.30.

El conductor, cuyos restos serán incinerados hoy en el crematorio del cementerio de la Almudena, estaba casado y tenía tres hijos. Su acompañante, cuyo cadáver será trasladado a su localidad natal de Órjiva (Granada), era soltero.

El presunto homicida, Francisco Espí, fue conducido al hospital Clínico, donde iba a ser intervenido quirúrgicamente ayer mismo de un traumatismo maxilofacial. Según los médicos que lo atienden, su estado general pese al fuerte golpe que sufre en el rostro, era "bueno".

Saltó la verja

El relato de los hechos se inicia a las 6.05 de ayer, cuando el vehículo radar de los agentes estaba estacionado a la altura del parque de Enrique Tierno Galván. Tras el fuerte impacto, Espí, con una brecha importante en el mentón por la que sangraba abundantemente, entre otras heridas, saltó la verja de la M-30 y huyó con dirección a la plaza de Legazpi, donde intentó robar una furgoneta a un panadero. Al no conseguirlo, continuó su huida a pie. Según la policía, logró robar otra furgoneta, con la que se encaminó hacia la calle de la Princesa. Allí fue detenido por fin, aproximadamente 40 minutos después de la colisión, merced a una amplia batida policial.

El testimonio del panadero al que intentó robar en Legazpi contribuyó a identificarle. El panadero describió a la policía el aspecto del muchacho, que iba ensangrentado.

El juez que se encontraba ayer de guardia procedió al levantamiento del cadáver del agente que murió en el acto, y ordenó al Clínico que se extrajera sangre al detenido para su análisis, con objeto de averiguar si conducía bajó los efectos del alcohol o de algún narcótico.

Tanto el vehículo policial, matrícula M-7699-KY, un Renault 19 color granate, como la furgoneta, matrícula M-0479-JW y dedicada al reparto de periódicos, fueron trasladados -el primero totalmente destrozado- al depósito municipal de Mercamadrid.

Carlos López Collado, concejal de Seguridad y Policía Municipal del Ayuntamiento de Madrid, apuntó ayer la posibilidad de que el suceso no fuera fortuito, sino una acción provocada por el conductor de la furgoneta robada. López Collado avanzó que los dos agentes fallecidos recibirán la medalla de Madrid a título póstumo y queserían ascendidos a cabos. El concejal de Seguridad discrepa de que el suceso obedezca a un mero accidente de tráfico, ya que, dijo a Europa Press, los indicios apuntan a lo contrario, puesto que en la zona del siniestro no han aparecido huellas de frenada y ocurrió a una hora en que la circulación es escasa. "Esto nos hace pensar", agregó, "que fue intencionado o que el individuo iba en unas condiciones físicas y psíquicas que hacían muy difícil el control de sus movimientos".

La madre del conductor detenido ofrecía ayer otra hipótesis: "Se ha tenido que quedar dormido, otra explicación no existe: mi hijo es muy bueno; iría drogado". Así se expresaba ayer en el Clínico, sin parar de llorar, la madre de Francisco Espí.

Algunos compañeros de los policías municipales muertos, al enterarse de que el presunto autor del accidente se encontraba hospitalizado en el Clínico, formaron en la mañana de ayer un corro frente a la puerta de las urgencias. "A esto no hay derecho. ¿Y qué podemos hacer nosotros ahora?", decía enfadado uno de ellos. "Sí en vez de salir huyendo hubiera parado a algún coche para auxiliarlos, tendría un mínimo perdón; pero no, los deja allí...", apuntaba otro agente, consternado.

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