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Yeltsin asume su error y levanta el estado de emergencia en Checheno-Ingushetia

El presidente ruso, Borís Yeltsin, reconoció ayer de manera explícita que había sido un error decretar el estado de emergencia en la pequeña república caucásica de Checheno-Ingushetia, y anunció la retirada del decreto que firmó el 7 de noviembre, Día de la Revolución. Al mismo tiempo, el líder soviético, Mijaíl Gorbachov, echó un capote a Yeltsin al argumentar ante la prensa que el presidente ruso había sido mal asesorado, por sus consejeros y por eso se había equivocado al intentar imponer el orden por la fuerza.

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Valientes y belicosos

Después de que el Sóviet Supremo de Rusia se negara el lunes a ratificar el decreto de Yeltsin, los esfuerzos de sus más directos colaboradores van dirigidos a tratar de demostrar que el incidente no supone un enfrentamiento entre la Cámara y el Ejecutivo."Rusia", manifestó ayer por escrito el portavoz Pável Voschánov, "está creando una democracia parlamentaria, en la que los poderes ejecutivo y legislativo se controlan mutuamente". Y a continuación admitió la equivocación del presidente: "Sólo gracias a este mecanismo de compensación se pueden evitar errores que pueden conducir a trágicas consecuencias".

Voschánov argumentó que Yeltsin no se había mostrado partidario de resolver el problema de la república caucásica "a cualquier precio" y, en consecuencia, estaba de acuerdo con las propuestas y mecanismos de negociación arbitrados por el Sóviet Supremo.

La nueva muestra de apoyo a Yeltsin expresada por Gorbachov se produjo durante el acto de presentación del nuevo libro del presidente soviético, El golpe de agosto. Gorbachov insistió ayer en que ambos habían llegado a la conclusión, ya antes de la intentona golpista, de que debían de trabajar juntos.

Sobre la cuestión concreta de Checheno-Ingushetia, dijo: "Tengo la impresión de que los que asesoraron a los dirigentes de la Federación Rusa se apresuraron a decir que se habían acabado los mecanismos políticos y aconsejaron el uso de la fuerza".

Gorbachov reiteró que era necesario que tanto la URSS como la Federación Rusa permanecieran unidas, pero precisó que esa unidad, "que es realmente posible", debía lograrse mediante mecanismos democráticos.

La situación en Checheno-Ingushetia tendió ayer a calmarse, aunque las posiciones que sigue manteniendo el presidente independentista de la república, Yojar Dudáiev, no parecen las más propicias para que el Parlamento ruso halle una salida negociada al problema.

El general retirado ha ordenado a su fiscal general que instruya un proceso contra el vicepresidente de Rusia, el presidente del Sóviet Supremo ruso y el ministro del Interior por propiciar la imposición del estado de emergencia. Él también exonera a Yeltsin de responsabilidad: "No fue iniciativa suya", considera.

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