Sí y no
Si los periódicos salieran un día sí y un día no, la vida sería distinta; en lugar de tener una visión continua de la realidad, tendríamos una visión fragmentada y haríamos el es fuerzo de unir esos pedazos para darles sentido. Igual que si la televisión funcionara un día sí y un día no. El día que no, nos serviría para rellenar, el hueco dejado en nuestra vida por la ausencia de los culebrones.Si la gripe nos atacara un día sí y un día no, el día que sí valoraríamos los beneficios del día anterior y del siguiente. Si amásemos los lunes, miércoles y viernes, y odiásemos los martes, jueves y sábados, emplearíamos el domingo en averiguar de qué días de la semana hemos obtenido mayor satisfacción. Lo que pasa es que habría que arreglar las cosas de manera que coincidieran en el mismo día la ausencia de los periódicos, de la televisión y de la gripe. Porque, claro, si el mismo día que nos tocase amar tuviéramos 40 de fiebre, amenizados por alguna noticia desastrosa, amaríamos mal. Por ejemplo, si lloviera un día sí y un día no, lo ideal sería que coincidiera el día del odio con el de la lluvia, porque nos daría pereza salir y en lugar de peleamos a tiros nos insultaríamos por teléfono. Claro que sería necesario, en el caso de que los teléfonos funcionaran un día sí y un día no, que el día que sí coincidiera con el día de la lluvia y el odio. Ahora, como no funcionan ningún día, no podemos valorar las ventajas del día que sí.
Si estuviéramos vivos un día sí y un día no, los días que nos tocase estar muertos comprobaríamos las ventajas o los inconvenientes de esta condición y hablaríamos con conocimiento de causa sobre la eutanasia. Si un día fuéramos felices y otros desdichados y los días de felicidad no coincidieran con los días de lluvia, ni de odio, ni de muerte, ni de televisión... ah, entonces...
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