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La única esperanza

Todos los grupos acusaron ayer la presión del papel. Los volúmenes de negocio evolucionaron claramente a la baja, y la tónica de contracción acabó por adueñarse de los mercados de acciones con la repetición de los tipos de interés en las subastas públicas y el endurecimiento general del mercado monetario. No hay quien le hinque el diente a la renta variable desde una posición de inversionista libre; y acaso se mantiene la actividad gracias a la enorme liquidez que conservan los fondos de inversión mixtos, cuyo futuro es hoy por hoy la única gran esperanza de las bolsas.No es necesario subrayar que, para muchos de los grandes inversores, el año ya ha terminado. A partir de ahora, entramos en la fase de aplicaciones concretas en el seno de los grupos industriales, concebidas para compensar las ganancias de la primera parte del año con las pérdidas de segunda mitad.

La Bolsa avanza en otras muchas cosas el cierre de los ejercicios. Se trata de llegar al 31 de diciembre con las carteras saneadas en todos los sentidos y fundamentalmente presentables a efectos fiscales. En este aspecto, los cambios de mano anunciados no añadirán incertidumbre.

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