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Los forenses afirman que un atracador del 'caso Atocha' murió de un tiro a bocajarro

Cuatro forenses, Fabriciano Jiménez Cubero, César Borobla, Carlos Perezagua y Francisco Tamayo, afirmaron ayer, en el juicio por el denominado caso Atocha, en el que se juzga a cuatro policías por la muerte premeditada de tres atracadores, que el primer disparo que recibió el delincuente Feliciano Martín le alcanzó entre las cejas, fue realizado a cañón tocante y le produjo la muerte instantánea.

La afirmación de los forenses que hicieron la autopsia y ratificada por otros dos colegas desmonta la versión de los policías procesados, que aseguraban que los disparos fueron hechos desde unos dos metros de distancia y que el delincuente todavía estaba vivo cuando fue trasladado al hospital, donde ingresó cadáver. El fiscal y las acusaciones sostienen que los policías estaban esperando a los atracadores para matarles y que, aunque ya estaban muertos, fueron trasladados al hospital para evitar que el juez de guardia levantase los cadáveres o reconstruyera los hechos.Los forenses utilizaron en la sesión de ayer un maniquí de trapo y la proyección de diapositivas de los cadáveres en los que se apreciaban los impactos.

Las fotografías mostraban que la entrada del proyectil en la frente del atracador había dejado un tatuaje en forma de estrella con los bordes hacia afuera que evidencia, según los peritos, que se trató de un disparo a bocajarro con el cañón del arma tocando la frente del delincuente aunque sin presionar sobre ella. El disparo produjo la muerte inmediata de la víctima porque, según los forenses, existió "escasa reacción vital de los tejidos".

De los otros tres impactos que recibió Feliciano Martín, dos fueron realizados a quemarropa, es decir, a la distancia que alcanza la llama que sale del cañón. En todo caso, a menos de 20 centímetros. Los forenses también indicaron que esos disparos fueron realizados "con frialdad de ánimo".

Respecto al atracador Pablo Pardo, los forenses señalaron ayer que fue alcanzado por disparos que procedían desde su izquierda y desde su derecha, y este delincuente no llevaba en el momento de los hechos ningún arma que pudiera disparar. El forense Fabriciano Jiménez Cubero calificó la situación como de "ensalada de tiros".

Este aspecto fue relacionado con el hecho de que los impactos sufridos por el atracador en la zona del cuello y parte superior del brazo y tórax tenían su correspondencia con orificios de bala hallados en la pared a pocos centímetros del suelo.

Esto indica, a Juicio de las acusaciones, que Pablo Pardo se encontraba agachado, acurrucado en un rincón protegiéndose la cabeza con las manos cuando fue alcanzado por los disparos realizados por la policía, lo que desmiente la versión de que el atracador se enfrentó con los agentes.

Respecto a la muerte del tercer hombre, José Luis Fernández Corroto, los forenses consideraron "factible" que el atracador hubiera muerto sentado al volante de su coche sin enfrentarse a los policías, contra la versión que éstos sostienen.

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