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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Para qué sirve un Consulado?

Con motivo de la Feria de la Cerveza me trasladé a Múnich en autobús, por medio de una agencia de viajes. Ya allí, y debido a una serie de circunstancias -me perdí en la ciudad-, me encontré que el autobús se marchó sin esperar a que yo llegara con cuatro minutos de retraso, aun a sabiendas el chófer de que me quedaba indocumentado, sin dinero ni tarjeta de crédito, puesto que el equipaje se encontraba en el autobús. .Ante esta situación, y después de pasar esa noche en la estación del metro, opté por ir al Consulado español con el. ánimo de pedir ayuda. Enterados de mi situación, me informaron de la imposibilidad de prestarme un dinero, así que efectué una llamada a la entidad bancaria donde tengo mi cuenta corriente, indicándoles que me mandaran una cantidad por giro postal para poder hacer el regreso a Bilbao, lo que hicieron inmediatamente por su parte; pero que debido a la tramitación a seguir, éste se demoró durante horas. Eso sí, en el Consulado tuvieron la gentileza de dejarme 10 marcos (630 pesetas) para hacerme unas fotos, necesarias para la expedición del salvoconducto (para ello tuve que firmar un papel comprometiénidome a devolver dichos marcos).Una vez conseguido el salvoconducto, acudí a la oficina de Correos a por el giro, pero éste no llegaba. Apurado, llamé de nuevo al Consulado para decirles que el giro tardaba en llegar y que volvería nuevamente donde ellos para que me buscaran una solución Me contestaron que, como mucho, podrían prestarme 300 marcos -ellos sabían que el billete de vuelta costaba más de 800 marcos- a sabiendas de que era una persona solvente y que iba a devolverles el dinero prestado. "Además", me dijeron, "el Consulado cierra al público a las 13 horas y ya andas un poco tarde", sin importarles que me quedaba de nuevo en la calle desamparado sin nadie a quien recurrir.

Eso sí, me dieron la féliz idea de que en caso de tener que pasar otra noche en Múnich, acudiera a un albergue de transeúntes (para mendigos y personas sin hogar) que se hallaba en la Estación Central de Ferrocarriles. Después de varios viajes a Correos, al fin llegó el giro y pude sacar el billete de regreso a casa, pero esa noche tuve que pasarla en el aeropuerto -antes que ir al albergue- gracias a la ayuda prestada por el Consulado español en Múnich. Yo creía que éstos estaban para prestar refugio y apoyo en casos como el mío, pero he comprobado que esta imagen es equivocada-

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