_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La caza

Una madre y su hija van a convivir de por vida con las dos piernas cercenadas y medio cuerpo malherido. Vivirán bajo el mismo techo, en el seno de una familia mutilada psicológicamente, para siempre sus suenos convertidos en pesadillas. Más mutilados cuesta el tráfico, opinará un terrorista constructivo, mientras asume las muertes o las mutilaciones como trofeos de caza arrojados a la cara del Gobierno para que sepa lo que cuesta no negociar o quizá negociar. Los ingleses han aprendido a convivir con el terrorismo irlandés gracias a una partida del presupuesto general del Estado destinada a las tropas instaladas en Ulster y a la indemnización de las víctimas. Casi un siglo de toma y daca demuestra que el Estado no tiene reloj, sino calendario, frase afortunada que el marqués de Villaverde aplicó a su excelentísimo suegro.Pero los peatones de la historia miden su tiempo con relojes fugaces, incapaces incluso de ser relojeros de sus vidas. Sobre ellos pasa el terror como una apisonadora implacable, flanqueada por la estadística y la metafisica; la estadística del toma y daca de la muerte y la metafísica del fundamentalismo nacional. Preguntas humanas, descalificaciones humanas, lógicas humanas, es decir, hechas a la niedida de los relojes, ya carecen de sentido. Se cierne sobre nosotros el calendario del terror, y a los muertos de ETA hay que sumar el de los vagabundos y travestidos con los cráneos machacados por incontroladas fuerzas de un orden nuevo que sólo renuevan el viejo grito de ¡viva la muerte!, sustituida la estética márcial por la de la ferocidad truculenta de Mad Max. Acostumbrémonos a vivir peligrosamente y a contemplar nuestras piernas o nuestros cráneos como si los viéramos por última vez. Los asesinos están entre nosotros, y empieza a escucharse un escalofriante silencio de corderos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_