Francia conmemora el 30º aniversario de la matanza de 200 argelinos en París
"No al olvido, no al racismo", fue el lema de los actos que ayer conmemoraron el 300 aniversario de uno de los acontecimientos más siniestros de la historia contemporánea de Francia: la gran ratonnade o caza de árabes realizada por la policía de París en la noche del 17 de octubre de 1961. Esa noche, más de 200 inmigrantes argelinos fueron cosidos a tiros, apaleados hasta la muerte o ahogados en el Sena por los funcionarios del orden. Una manifestación callejera, varias exposiciones de fotos, diversos programas en la radio y la televisión y numerosos artículos de prensa recordaron ayer la sangrienta ratonvade ". La aparición de dos libros -La batalla de París, de Jean-Luc Einaudi, y El silencio del río, de Anne Tristan- contribuyó a la reconstrucción de unos hechos que nunca han sido objeto de la menor investigación administrativa, judicial o parlamentaria.
El 17 de octubre de 1961, la guerra por la independencia de Argelia, comenzada siete años atrás, estaba tan sólo a cinco meses de su término. Maurice Papon, prefecto de policía de París, acababa de ordenar un toque de queda cuyos destinatarios exclusivos eran los musulmanes que vivían en la capital francesa, unas 150.000 personas.
A primeras horas de la tarde, convocados clandestinamente por el FLN, unos 30.000 hombres, mujeres y niños argelinos se dirigieron hacia el centro de París desde los diferentes suburbios donde vivían. Pensaban protestar contra el discriminatorio toque de queda, y, a petición del FLN, no llevaban ni tan siquiera cortauñas.
Nunca llegaron a manifestarse. Papon, según ha podido reconstruir Einaudi, había ordenado a la policía "máxima rapidez" y "máxima dureza" en la represión. "Pueden emplearse a fondo. Yo les cubro". Einaudi recoge en su libro el testimonio de un turista norteamericano apaleado salvajemente porque tenía el aspecto físico de un ratón, un árabe en el argot racista francés. Según ese turista, "los cráneos estallaban en las calles de París bajo los gruesos palos de los policías".
Unos 10.000 argelinos, la mayoría de ellos heridos, fueron detenidos y transportados al Palacio de los Deportes en autobuses de transporte urbano requisados por la policía. Fueron los afortunados. Otros 200 norteafricanos perecieron esa noche en las calles de París; varias decenas de ellos, ahogados en el río. Tras haberlos vapuleado, los policías los arrojaron a los agitas heladas del Sena. Al día siguiente, a excepción del diario comunista L'Humanité, ni un solo periódico habló del asunto.
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