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Yeltsin se rodea de caciques comunistas de su tierra natal

Pilar Bonet

El fantasma del desencanto popular amenaza al presidente de Rusia, Borís Yeltsin, en su tierra natal de los Urales. Sus incondicionales partidarios de Yekaterinenburg (antes Sverdiovsk), la ciudad donde Yeltsin estudiara, hiciera carrera política y tuviera su sede como máximo mandatario comunista provincial, están alarmados por los nombramientos de antiguos directivos comunistas locales para puestos de mando en la Federación Rusa.

Para los activistas políticos que apoyaron a Yeltsin cuando éste cayó en desgracia, en 1987, el nombramiento de Yuri Petrov, antiguo embajador en Cuba, como jefe del aparato presidencial ha sido la gota que ha colmado el vaso. Petrov, que fue designado antes del golpe, sucedió a Yeltsin al frente de la organización comunista provincial de Sverdlovsk en 1985, y en 1987 contribuyó a difundir los anatemas que emanaban del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) cuando Yeltsin protagonizó el primer cisma de la perestroika.En Yekaterinenburg, el proceso de deterioro de la imagen de Borís Yeltsin es hoy más rápido que la adaptación de los habitantes al nombre que la villa tenía hasta 1924, cuando fue rebautizada como Sverdlovsk. Algunos piensan que Yeltsin está volviendo a "meterse en la piel del antiguo funcionario comunista", donde se siente más cómodo que en calidad de líder de los sectores demócratas que le apoyaron durante la revolución de agosto. Incluso hay quien habla ya en privado de la "mafia de Sverdlovsk", entendiendo por tal un nuevo clan de poder seleccionado con los mismos principios de fidelidad personal con los que Leonid Bréznev atrajera a la capital a sus antiguos camaradas de Dniepropetrovsk.

La alta densidad de paisanos de Sverdlovsk en el equipo de Yeltsin no es una novedad. De Sverdlavsk procede Guennadi Búrbulis, el secretario de Estado de Rusia, y Víktor Iliushin, el ayudante personal del presidente, entre muchos otros. Búrbulis, experto en filosofía marxista, e Iflushin, antiguo ayudante en el comité regional del partido, pertenecen a grupos diferentes en el entorna de Yeltsin, pese a ser paisanos. Los últimos nombramientos, sin embargo, rompen el equilibrio que existía entre los antiguos funcionarios comunistas y otros políticos que se unieron a Yeltsin posteriormente.

Algunos diputados de Sverdlovsk que antes veían al presidente cuando querían, soportan hoy mal el tener que explicarse ante Petrov. Éste controla los nombramientos que se hacen en el equipo del presidente, y su aparición en Moscú es considerada como una amenaza para la línea política que encabeza Búrbulis. En Moscú, este personaje es tenido como un hombre de gran influencia sobre Yeltsin. En la capital se dice que Búrbulis controla los contactos entre el presidente y los sectores demócratas hoy quejosos del poco caso que Yeltsin les hace.

Sin embargo, en Yekaterinenburg, la figura de Búrbulis se percibe de otro modo. Medios próximos al secretario de Estado aseguran que éste no ha podido evitar que Yeltsin hiciera una serie de nombramientos que recuerdan los viejos tiempos. Fiodor Borshchakov, un septuagenario que fue vicealcalde de la región de Sverdlovsk, ha sido nombrado vicejefe del departamento de gestión, y Oleg Lóbov, que fue alcalde de la región, podría sustituir a Iván Siláyev como jefe del Gobierno de Rusia. Los sectores reformistas de Yekaterinenburg consideran una victoria el haber podido frenar el decreto de Yeltsin mediante el cual se nombraba máxima autoridad local a Eduard Rossel, actual presidente del sóviet regional. Los reformistas, en contra del sistesma de nombramientos, insiste en que deben convocarse elecciones locales.

Una 'muralla china'

"Yeltsin está rodeado de un, muralla china", afirma una colaboradora del presidente qu asegura tener enormes dificultades para verle. "Yeltsin esta nombrando a consejeros que recuerdan mucho a los secretario del Comité Central de antaño", señala Tamara Aláyeva, que fue apoderada de Yeltsin durante la últimas elecciones a presidente Paradójicamente, la situación del líder ruso recuerda hoy a la de Gorbachov en el pasado cuando el presidente se rodeaba de gentes de diverso talante político que perdían sus energías lu hando entre sí. La comparación entre Gorbachov y Yeltsin está ya en las páginas de la prensa local. El diario Na Smenu traza un paralelismo entre los nuevo ayudantes de confianza de Yeltsin y los miembros del Comité Estatal de Emergencia, que disfrutaban de la confianza de Gorbachov. Los que intentan comprender a Yeltsin señalan que el líder ruso, consciente de la necesidad de actuar sin dilación, sólo sabe emplear los procedimiento de ordeno y mando del pasado y por ello se orienta hoy hacia lo disciplinados ejecutores de sus deseos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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