Loquillo y la mano del loco
Loquillo y los Trogloditas
Loquillo llegó a Madrid para presentar su último disco, Hombres, que se acaba de publicar el año en el que el cantante catalán cumple una década de carrera. También llegó la lluvia, y el artista se calentó con la contundente Carne para Linda.A la segunda canción, Loquillo plantó en mitad del escenario una botella terciada de Jack Daniels para presentar Quiero un camión, una de las numerosas composiciones de Sabino Méndez, su. antiguo guitarrista, que aparecieron en el recital (las canciones Carne para Linda, La mataré, Rompeolas, Rock suave, Todo el mundo ama a Isabel, Autopista, Besos robados, Ritmo de garaje, Cadillac solitario, Rock'n'roll star ... ).
De su último trabajo publicado sonaron los temas de Hombres, Simpatía por los Stones, A golpes,de corazón, Blanco y negro, Brillar y brillar, Pistas de choque, Chicas y Diez años después, canción que intenta reflexionar sobre la trayectoria de Loquillo, y que presentó con una de sus frases: "La vida la doy cuando estoy aquí arriba".
Concierto de Loquillo y los Trogloditas
José María Sariz, Loquillo (voz), Xavier Tacker (guitarra), Ricard Puig Domenech (guitarra), Josep Simón (bajo), Jordi Vila (batería), Sergio Fece (teclados), Javier Villavecchia (saxo). Asistencia de unas 4.500 personas. Precio: 1.500 pesetas. Plaza de toros de Las Ventas. Madrid, 20 de septiembre.
Algunas presentaciones de Loquillo fueron inefables. "No quiero que me veáis como un héroe porque no soy un héroe", dijo antes de Brillar y brillar. "A estas alturas, no tengo que demostrar nada", afirmó como introducción a Cadillac solitario. Hubo otras más discretas, como el homenaje a George Brassens, que precedió a La mala reputación, una canción que Loquillo ha tenido el acierto de recuperar para el público del rock y en la que sólo se echó de menos a Paco Ibáñez. Las dos voces más cazalleras de la música española hubieran ofrecido un dúo difícil de olvidar.
Al margen de presentaciones, alcohol y algunas poses que hubiera Firmado Freddie Mercury, que de todo hubo, Loquillo ofreció un buen recital. Su grupo, con dos excelentes guitarristas, presentó un sonido duro y abierto, gracias al trabajo de Jordi Vila a la batería, inspirado en el estilo de los sesenta, que marca el ritmo en platos y timbales en lugar de la rigidez actual, centrada en el charles y la caja.
Compacto
Aunque la labor del teclista y del saxofonista, pasó casi inadvertida por inaudible, el grupo sonó compacto, a veces casi heavy, con canciones que recogen fraseos típicos de los Rolling (Simpatía por los Siones, Besos robados ... ), excelentes baladas (Cadillac solitario, Brillar y brillar...) y temas que se han convertido en arquetipos del rock español de los ochenta (Ritmo de garaje, Rompeolas, Rock'n'roll star ... )
Con su aspecto entre rocker y camionero, Loquillo aguantó el chaparrón en Madrid.
Y aunque sigue empeñado en autoafirmarse, balanceándose entre la calle y el estrellato, en posturas que no lo necesitan porque están, o deberían estar, bien claras por su trayectoria y sus canciones, demostró que el público todavía puede tocar la mano del loco.
Babelia
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