Con los nómadas saharauis
'Operación retorno' hacia las zonas controladas por el Polisario tras los bombardeos marroquíes
ANA CAMACHO ENVIADA ESPECIAL, Con los bártulos que pudieron salvar a cuestas, los restos de sus rebaños de cabras y camellos enflaquecidos y extenuados, las familias de nómadas saharauis vuelven poco a poco a plantar sus jamas (tiendas) en los territorios del Sáhara bajo control del Frente Polisario. De allí huyeron a principios de agosto, a raíz del comienzo de los bombardeos aéreos y de la ofensiva terrestre desencadenada por Marruecos a sólo tres semanas de la fecha prevista para la entrada en vigor del alto el fuego acordado en el marco del plan de paz de la ONU para la ex colonia española del Sáhara.
Ahora, tras el despliegue de los cascos azules y la caída de unas escasas pero siempre milagrosas gotas de lluvia, el paisaje de los territorios liberados ha sufrido una metamorfosis. Sobre las colinas rocosas alrededor de Tifariti han brotado algunas hierbas y el ganado ha vuelto a pastar. Mientras, aviones de la ONU son protagonistas de un insólito movimiento con sus vuelos de reconocimiento y sus misiones de enlace que les obligan a aterrizar sobre los lechos secos de los ríos.Para los nómadas saharauis, los atisbos de verdor que cubren Tifariti constituyen un alivio para la vista y un pequeño paraíso en comparación con la total sequedad de la hamada argelina, donde desde hace 17 años se hallan situados los campos de refugiados saharauis M Frente Polisario.
En los alrededores de Tifariti, la familia de Farrá, una mujer saharaui, ya se ha vuelto a instalar al abrigo de una jaima de hechuras modestas, confeccionada con fundas de sacos cosidas entre sí. "Éste es un arreglo de fortuna, porque nuestra jaima habitual, más grande, la dejamos guardada en Tifariti con nuestros soldados por si acaso volvían los aviones marroquíes a bombardear la zona", explica la mujer. "Con esto vivimos más incómodos, pero se nos ve menos en caso de ataques enemigos", añade.
Entre sus brazos tiene al último de sus tres hijos, que alumbró cuando los dolores del parto la sorprendieron, a principios de agosto, en plena huida de las bombas lanzadas por la aviación marroquí contra Tifariti. "No nos esperábamos nada de esto; pero de pronto oímos el retumbar de las bombas, vimos las nubes blancas de las explosiones y salimos corriendo. Yo no había cumplido todavía los nueve meses de gestación, pero, quizá debido al miedo, se me adelantó el parto", añade Farrá.
A una hora de camino en coche de su jaima se encuentra la tienda de Suilem Brahim Ahmed, antiguo procurador saharaui en las Cortes Españolas y alcalde de Villa Cisneros durante los tiempos de la colonia. Generalmente, el notable reside con su familia en los campos de refugiados saharauis del Frente Polisario de Tinduf. "Pero allí no hay quien viva; en la hamada, el Sáhara se convierte en un infierno que no se puede comparar ni de lejos con este paisaje donde hay árboles y pastos", explica.
"Cuando empezaron los bombardeos marroquíes el pasado mes, mi familia y yo estábamos a unos 40 kilómetros al sur del puesto de Tifariti", dice el anciano. "El campo está muy seco, y nos habíamos desplazado allí en busca de agua; oímos los ruidos del bombardeo, pero al principio creímos que se trataba de explosiones para sacar piedras. Luego, por la radio, y la gente, nos enteramos de que los marroquíes se preparaban para salir de sus muros defensivos hacia este lado del Sáhara y nos alejamos, en busca de refugio, hacia más el sur. La gente tuvo que ir como pudo. Nosotros tenemos vehículo, pero hay nómadas que sólo tienen unos pocos camellos y cabras, y éstos están tan débiles que no están en condiciones de salir corriendo. Algunas familias no tenían agua. Menos mal que la naturaleza siempre ayuda, y una lluvia de Dios vino en nuestra ayuda a los tres días de iniciarse el éxodo, dejándonos charcos con agua", dice Suilem. El asegura que "el pueblo saharaui quiere volver a su tierra para votar por la independencia en el reíbréndum. Pero Marruecos quiere impedirlo.Yo votaré cuando vea que la ONU nos protege de verdad", concluye en su impecable castellano.
En dirección equivocada
A pesar de las instrucciones dadas por los soldados del Polisario sobre las posiciones marroquíes, la familia de Aminetu Ment Sidi escapó en la dirección equivocada. "Estuvimos caminando a pie, con nuestro rebaño de camellos y cabras", relata la mujer. "Los animales se desviaron y mi hijo de 25 años se fue a buscarlos", añade."Yo me quedé con mi esposo, que está mal de la vista, en las proxiirnidades de un grupo de acacias. Los marroquíes pasaron y no nos vieron porque logramos ocultarnos a tiempo con los cabritos. Pero las cabras más viejas y ¡os camellos, que iban por un terreno descubierto, llamaron su atención y el chico no pudo escapar. Con él se llevaron a las cabras y a 11 camellos", añade.
Aminetu no suele vivir en los territorios liberados. Sin embargo, vino a acompañar a su marido que, delicado de salud, prefiere el clima del campo, más tolerante que el de la hamada argelina. "Por eso había venido aquí, para poderle atender", explica la mujer. "Ahora no me iré de aquí hasta que, tenga noticias de mi hijo", añade.
Aminetu ha oído en la radio que los marroquíes aseguran que su hijo y otra familia que también fue secuestrada en la incursión están vivos. Según las informaciones de Rabat, este grupo de civiles escapó voluntariamente del Polisario a las zonas bajo control marroquí.
"Yo vi a los marroquíes a tiro de piedra", dice la mujer, que no se pierde ningún informativo radiado, ya sea marroquí o del Polisario. A través del transistor sabe que el siguiente paso del plan de paz de la ONU es el intercambio de prisioneros de guerra. Sabe también que, según lo previsto, ello debería ser inminente. Por eso, todas sus esperanzas están depositadas "en los cascos azules de la ONU".
"Con ellos aquí, ya no tenemos miedo a los ataques marroquíes", dice, mientras la llama de un farol de gasolina alumbra su cara en la oscuridad nocturna de, su tienda. Y añade: "Ahora sólo hace falta que los marroquíes devuelvan a mi hijo".
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