_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

A clase

Cabizbajos y meditabundos -que dijo el poeta-, los niños ya han empezado a ir a clase. Ellos creían que las vacaciones no se iban a acabar nunca, pero la realidad es más fuerte, ¡cielos!, y ya se han sentado en sus, pupitres, ya les han pasado lista, ya han estrenado el plumier, ya le han pintado un bigotazo a la Inmaculada de Murillo que trae el libro de Ciencias Sociales, ya pena alguno cara a la pared su delito de pintar vírgenes peludas, ya va a intervenir la asociación de padres por eso, y la que se va a armar...Cada año ocurre lo mismo, y la verdad es que no tiene importancia. Lo único importante es que los niños han vuelto al colegio, peladitos los chicos para estar más guapos y no coger piojos, deslumbrantes las chicas con sus trenzas y sus lazos; un poco inquietos por lo que podrá ocurrir con profesores nuevos, librotes cuyo volumen constituye un atentado a su estabilidad emocional, y, como única compensación a tan crueles expectativas, el reencuentro con los amiguitos.

Mucha comprensión necesitan los niños en este momento crucial, teniendo en cuenta no sólo el trauma que padecen al volver a clase, sino también el lío que les van a meter en la cabeza cuando los profesores de Geografía intenten enseñarles el nuevo mapa del mundo. Lo más probable es que los niños no se enteren de nada, y tampoco les va a valer que sus papás se lo aclaren -según era habitual-, pues quienes saben de eso son los abuelos. Y los abuelos habrán de desempolvar aquellos viejos mapas donde estaban Estonia, Letonia y Lituania por acá, el Imperio Austro-Húngaro por allá, Alemania, capital Berlín, San Petersburgo en ese puntito negro, y explicarles a sus nietos que, de tanto dar vueltas, el mundo acaba quedándose donde estaba, y que no somos nadie, y que no pegues pelotillas en el mapa, niño, o te la cargas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_