"Me he hinchado a llorar"
Adela y su marido quieren que las autoridades les devuelvan a Jorge, el bebé que les entregó una prostituta
"Si me lo devuelven, yo juro que el niño no pasará hambre", dice Adela Silva Pardo, de 30 años. El niño en cuestión es el pequeño Jorge, de poco más de dos meses, que, según la policía, ella y su marido compraron presuntamente por 200.000 pesetas a su madre natural, una prostituta de Badajoz. "Desde que me lo han quitado, me he hinchado a llorar", afirma la madre adoptiva en su chabola del poblado de Los Focos. Adela, que en principio fue detenida, está en libertad por orden del juez.
"Al niño me lo traje de Plasencia muy malico porque su madre le daba leche de cartón" [leche de vaca envasada en tetrabrik], afirma entre llantos Adela, de 30 años. "Cuando yo lo cogí, tenía 16 días y esa mujer lo llevaba sin lavar, sin duchar, y ella no hacía más que fumar y fumar...", añade.Adela y su marido, Emilio Navarro Silva, que se dedica a la venta de melones, han tenido tres hijos: Antonio, Moisés y Pilar. Esta última murió hace siete años [cuando tenía cuatro años]. "Yo había ido con ella a vender un poco de cobre a una chatarrería de Vicálvaro, cuando el dueño movió una máquina y tiró una pared que nos aplastó a mi niña y a mí. Pero ella se murió cuando la llevaron al hospital", relata la madre. Después de eso, a Adela le ligaron las trompas, lo que le imposibilita tener más hijos.
Emilio y su mujer juran y perjuran que no han pagado ni un duro por el pequeño Jorgito. Y en una especie de larga letanía explican cómo lo adoptaron: "El 8 de junio fuimos a la feria de Plasencia, donde coincidimos con otros gitanos acampados allí, entre los que estaba la putona de la Carmen, que no se ocupaba pa na del niño. Parecía que estaba esperando que se le muriese para tirarlo al río. Ella nos pedía 200.000 pesetas por él, pero dijimos que no dábamos nada mientras no firmáramos unos papeles para legalizarlo. La Carmen nos dejó al niño, y luego ella y su marido, El Portugués, desaparecieron, y nunca llamaron al teléfono de Madrid que les habíamos dado".
Bautizo en Vicálvaro
El pequeño Jorge estaba deshidratado, con granos y mal alimentado. Así que sus padres adoptivos lo llevaron al hospital "hasta que se enderezó". Cuando los médicos le dieron el alta, Adela se dijo: "Ahora que está bueno, voy a que le echen las aguas". Y ella y su marido fueron a ver a don Lucas, el párroco de la iglesia del Cristo de la Guía, en Vicálvaro, quien ayer confirmó que un domingo de julio bautizó al neófito en unión de otros churumbeles gitanos. El cura no les pidió ningún documento de su paternidad "porque el sacramento del bautismo no tiene efectos de carácter civil"."Por favor, que me devuelvan a mi niño. ¿No puedo ir a verle a donde lo tienen ahora? Por Dios, que me lo den, que yo lo voy a criar bien, que aquí no le va a faltar de na", gime ante su chabola, mientras a 30 metros de distancia un grupo de yonquis se inyecta un chute de heroína recién comprado en una de las casuchas de Los Focos. Adela repasa una y otra vez los dos álbumes repletos de fotos de su Jorgito y las besa como si fueran una colección de estampas de un santo.
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