El ajetreado viaje del ex 'Iehendakari'
Los meses de agosto y septiembre se están convirtiendo en fatídicos para la trayectoria política de Carlos Garaikoetxea. El calor del sol presidió la escisión del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1986, y bajo un sol de justicia ha vuelto a producirse la ruptura de un Gobierno que se anunció polémico y tenso desde sus primeros días, el tripartito nacionalista.En esos cinco años Garaikoetxea salió del PNV en loor de multitudes y provocó la primera coalición de Gobierno entre PNY y PSE. Su partido efectuó una dura oposición a un pacto que calificó de antinatura, y él se marchó a Estrasburgo para dominar el panorama desde una posición que consideraba privilegiada: el Parlamento Europeo. Sin embargo, los problemas internos y la creciente consolidación del nuevo lehendakari, José Antonio Ardanza, hicieron que Eusko Alkartasuna (EA) comenzara a dar giros ideológicos en busca de una diferenciación con el PNV que en ocasiones le llevó a una cara ambigüedad de posturas.
La firma del pacto de Ajuria Enea, con las reservas de Eusko Alkartasuna y la imagen que dieron al exterior, quizás de demasiado próximos a Herri Batasuna, fueron la puntilla definitiva a la hora de encarar las últimas elecciones generales, europeas, autonómicas y municipales, en las que experimentaron un importante bajón. La pérdida en Álava de José Ángel Cuerda, actual alcalde del PNY, por desavenencias expresas con Carlos Garaikoetxea, llevó a EA a convertirse en la sexta fuerza política cuando, tras la escisión, fue la primera.
Garalkoetxea, sin embargo, acertó con el lema en las elecciones autonómicas de octubre del pasado año: Por un Gobierno nacionalista. Una empresa casi imposible que sacó adelante tras el fracaso de la repetición del pacto anunciado PNV-PSE. El renacimiento de EA era impensable sin pasar por el Gobierno, y el PNV accedió a la fórmula. Todavía parecía ficción científica ver a Garaikoetxea dando la mano sonriente a Xabier Arzalluz, presidente del PNV, los dos protagonistas de la escisión.
Sin embargo, la alegría duró poco. Tras la Firma del acuerdo, el 22 de enero, se han sucedido, mes tras mes, una crisis tras otra, cada una más tensa que la anterior, hasta que el pasado mes de agosto la autovía de Leizarán hizo saltar la chispa definitiva. Garaikoetxea pidió la dimisión de Ardanza y eso no gustó en Ajuria Enea. Cuando EA secundó la primera moción de HB a favor de la independencia, todo se volvió contra ellos. La presidencia del Gobierno vasco entendió el nerviosismo de Madrid y cantó el jaque a EA, que ayer se convirtió en mate.
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