Intereses
Aquí lo que pasa es que hay un conflicto de intereses que en lugar de conducir a la síntesis -la dialéctica ha muerto- conduce a la parálisis. Lo han dicho altos funcionarios de la Administración a este periódico: el Gobierno sigue parado y sin iniciativas; la legislatura se ha agotado antes de comenzar a andar. Aquí, por ejemplo, hay una guerra subterránea entre los que quieren hacerse un pasado y los que quieren hacerse un porvenir. Así, monseñor Echarren, que sabe que la vida interior ya no se lleva, ha decidido fabricarse un pasado a la altura de los tiempos diciendo que la Iglesia se ha roto el espinazo por la democracia y los derechos humanos antes de que naciera Rosa Conde. Pero, hombre, para tener un pasado tormentoso lo primero que hay que diseñar son unas facciones presentables, y usted lo único que tiene es cara dura. Además, ha alcanzado esa edad en la que cada uno es responsable de su rostro.Luego hay gente como Guerra, el de los cafelitos, que está loca por el futuro, y se comprende. De ahí las filesas, las asesorías, los gabinetes de comunicación, el conyuguismo. Juan Guerra dio el disparo de salida y corrieron como locos en busca del destino, que la vejez es dura y nos van a privatizar la Seguridad Social. O sea, que medio país diseña su pasado mientras que el otro medio diseña su futuro, y en la mitad, aplastado, el españolito que vienes al mundo te guarde Dios, a ser posible el dios del obispo de Palencia, porque: yo del de Echarren no me fío. El caso es que esos dos focos de tensión, lejos de sumarse, se restan y se estanca lo público, produciendo una agua putrefacta ideal para la mentira y la especulación. Y es que lo que necesitamos no son modistos del pasado perfecto ni del futuro pluiscuamperfecto, sino hacedores del presente histórico. Pero para eso hay que saber gramática.
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