Un año y 17 días después
Los mercados internacionales reaccionan como el 2 de agosto de 1990
EL PAÍS Un año y 17 días después se han vuelto a tambalear los pilares de la economía mundial. Si el 2 de agosto de 1990 todas las miradas se dirigieron a Kuwait, ahora el punto de mira financiero se ha trasladado a Moscú.
A pesar de que ambos movimientos no tienen nada que ver desde el punto de vista social o político, la reacción económica ha sido idéntica. La Bolsa de Tokio dio la voz de alarma con un espectacular descenso (1.357,61 puntos), superior al del 2 de agosto del año pasado.
Lo que sucedió después fue un calco de ese histórico día. Los mercados de valores, prácticamente desiertos desde hace 20 días, se desplomaron como castillos de naipes y perdieron en un suspiro el equilibrio que tanto les había costado recuperar después de que las fuerzas multinacionales controlasen a Sadam Husein. Por contra, los valores-refugio (dólar, oro y metales ferrosos) volvieron a brillar con luz propia.
El mercado del petróleo también tuvo ayer un comportamiento muy similar al de hace un año. Si en aquella ocasión el crudo brent subía tres dólares, ayer el ascenso fue de cerca de dos. Al margen de los casos particulares de las pérdidas en Bolsa, este ascenso del precio del petróleo puede ser el que mayor repercusión directa tenga en los bolsillos de los españoles.
Los expertos estiman que por cada dólar en que se encarece el barril de petróleo repercute en 70 céntimos en el precio del litro de la gasolina. Por tanto, ese alza de algo más de dos dólares puede suponer un incremento en el precio de venta al público de 1,5 pesetas. Es decir, que la gasolina súper puede rebasar ampliamente la barrera de las 90 pesetas -ahora está en 89- a mediados de septiembre.
Sin embargo, tal y como ocurrió con la guerra del Golfo, estas previsiones suelen volverse contra sus autores. Tal vez por ello, todos los analistas consultados se limitaron a subrayar su sorpresa por la nueva crisis.
A la defensiva
Lo único que parece estar claro hasta el momento es que, mientras no se sepa a ciencia cierta el alcance y el futuro del golpe de Estado en la URSS, los mercados mantendrán esta tendencia defensiva. Mientras permanezca la incertidumbre, las bolsas continuarán inundadas por el temor y las ventas, y los valores-refugio (sobre todo el dólar) seguirán reforzándose.
Aunque todos los datos demuestran que los mercados se están comportando de manera idéntica al 2 de agosto de 1990, hay diferencias económicas abismales entre ambos.
La más evidente descansa en el petróleo. La URSS, a pesar de su indudable potencial, no es tan vital como Irak y Kuwait para el suministro petrolero mundial, lo que amortiguará el impacto de la crisis sobre los precios.
Otra diferencia estriba en la reacción de los grandes. Hace un mes, los siete países más poderosos del mundo se comprometieron a ayudar a la URSS. El cambio de rumbo que parece significar el golpe de Estado abre uria nueva incognita sobre el futuro económico soviético.
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