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Ni siquiera como objeto

El macho ha muerto. ( ... ) La misma palabra macho ya sólo tiene un valor puramente anatómico o anagráfico. En cualquier otro ámbito o circunstancia en la que sea pronunciada asume desesperadamente un sentido negativo o censurable. ¿Quién tiene hoy valor para afirmar sin vergüenza: "Soy hombre y me enorgullezco de serlo"? Frase que, pronunciada en femenino, consigue sonoros aplausos de aprobación. ( ... )El ser, es más, la sombra, que sustituye al varón difunto y que viste jirones de cultura con la misma naturalidad con la que Nosferatu se presenta ataviado según la moda de hace algunos siglos, es una proyección de la fantasía colectiva. No por nada sigue multiplicándose en el imaginario femenino a través de los rasgos de Mickey Rourke, Arnold Schwarzenegger, Kevin Costner, según el mismo mecanismo mental del divismo de todas las épocas. ( ... )

La cultura masculina, está más que comprobado, ha concebido a la mujer objeto. El varón en agonía ha tratado desesperadamente de sobrevivir por lo menos como hombre objeto perfúmándose, ataviándose, asumiendo camaleónicamente los colores del feminismo. Un sacrificio ofrecido, la mayoría de las veces, festivamente; pero completamente inútil porque convertirse en hombre objeto es siempre una imagen reflejada en el espejo de la cultura masculina, la única que nos ha acompañado hasta aquí.

4 de agosto

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