_
_
_
_
_

Merengue agridulce en Aravaca

Centenares de asistentas dominicanas 'toman' en sus días libres la zona donde trabaja

"¿Cómo que esto es un cabaré?". Una joven dominicana cruza indignada la plaza del Centro Cívico de Aravaca tras escuchar un comentario despectivo de un paseante. Desde hace meses, centenares de empleadas de hogar dominicanas se reúnen los jueves y domingos en la zona acomodada donde trabajan. En esas horas de asueto charlan, ríen y bailan merengues, agridulces como el sabor que produce el rechazo de algunos vecinos.

Todos los jueves y domingos, la plaza del Centro Cívico de Aravaca y los jardines de la avenida de la Galaxia se convierten en una prolongación de las calles de Vicente Noble. Esta localidad, situada a 130 kilómetros al oeste de Santo Domingo, es para sus habitantes "una comarca agrícola donde pocos tienen trabajo". De ella proceden muchas dominicanas empleadas como "internas" en la zona oeste de Madrid.La reunión comienza los jueves a la hora de la siesta y los domingos al mediodía. Poco a poco, las dominicanas que trabajan en Aravaca y en zonas colindantes van llegando a la plaza formando corros. Cada vez que se incorpora alguien nuevo a la reunión se le recibe a voces. En la plaza y los jardines se charla, se almuerza, se merienda, se ríe y se juega a los naipes. Todas tienen ganas de contar cómo les ha ido la semana.

Casadas sin discoteca

"No hacemos nada especial, hablamos de nuestras cosas, y hacia las cuatro de la tarde vamos a unos cursos que organizan unas monjas de por aquí para aprender mecanografia o costura", explica Miguela, de 38 años y con cinco hijos en Santo Domingo. "Las casadas no vamos mucho a discotecas porque siempre hay alguien que le va diciendo a tu marido que te han visto bailando con un hombre", confiesa María González, de 30 años, que dejó un trabajo de cajera para emigrar.Araceli Méndez es joven, soltera y va de punta en blanco. "Con ese looking que tú tienes...", bromea con ella otra compafiera. "A mí me gusta estar guapa, pero eso siempre da que hablar en el pueblo: que si somos prostitutas, que si nos vamos con cualquiera, y lo gracioso es que si en Santo Domingo te besas en la calle com o se besa aquí la gente se te cae el pelo", ironiza Araceli.

Los comentarios que relacionan a las dominicanas con la prostitución levantan ampollas. "O sea, que trabajamos casi 15 horas cada día para sacar unas 60.000 pesetas al mes y encima, tenemos que oír que venimos a por los hombres", se indigna Miguela.

Pero esa sospecha se refleja en las opiniones de algunos vecinos, como Pepa, de 25 años, que acusa a las dominicanas de provocar la ruptura de muchas parejas. "Es. que soliviantan a los hombres", afirma convencida. Un comentario tan contumaz como el de un vecino de 25 años, cerca de donde se dan cita las dominicanas: "Es asqueroso, hacen muchísimo ruido, ensucian los jardines y, para colmo, intentan llevarse al huerto a los hombres de aquí".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pero no todas las opiniones son de esta índole. Julián, de 70 años, reside en la calle de la Osa Mayor desde siempre y cree que las dominicanas "no crean problemas". Luis Alberto Mur, de 17 años, es fiel a la consigna Vive y deja vivir: "A mí no me molestan, y tienen derecho a reunirse donde quieran".

Algunos vecinos se han quejado a la Junta de Moncloa "por el ruido que hace esta gente y porque dejan sucios los jardines". Luis Molina, concejal presidente del distrito, afirma que por el momento no tomará ninguna medida, ya que "las dominicanas no se han metido con nadie y no se ha producido ningún acto violento".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_