La guerra se hace cotidiana y salvaje
ENVIADO ESPECIAL"Relativno mirno" ("tranquilidad relativa"). Así califican los habitantes de Osijek el rutinario tableteo de ametralladoras y las explosiones de granadas en los suburbios de esta localidad de la región croata de Eslavonia. A escasos kilómetros, en Dalj, decenas de policías croatas murieron el pasado jueves a manos de milicianos serbios y por el cañoneo de los tanques del Ejército federal. El diario Glas Slavonie llenaba ayer tres de sus páginas con esquelas de las víctimas.
La guerra en Yugoslavia se hace cotidiana. Y salvaje. No hay reglas. Se mata a golpes, se bombardea, se degüella, se mutila, se utiliza a la población civil como escudo humano frente al enemigo, se ametrallan ambulancias, se aprovecha para las Venganzas personales, se pasa a cuchillo al vecino con el que hace apenas unos meses se tomaba café o se jugaba a las cartas. Demasiados cadáveres feos.
Y la paz cada vez parece más lejana. Nadie respeta la orden de alto el fuego de la jefatura del Estado colectiva, rechazada incluso por su presidente, el croata Stipe Mesic, que teme que las patrullas mixtas de verificación sean controladas por los serbios. La troika comunitaria, que ayer llegó a Belgrado tras visitar Croacia y Eslovenia, no recibió garantías de que callarán las armas.
Páginas 2 y 3
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