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Tribuna:POLÍTICA DE PRECIOS
Tribuna
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Distribución e inflación

Constituye un valor finalmente asumido que el principal foco inflacionista de nuestro país se localiza en el sector servicios, y a título de ejemplo suelen enumerarse distintos subsectores, entre los que casi nunca figura la distribución comercial -15% de PIB, dos veces y media todo el sector primario- pese a- que ésta tiene, con las excepciones de rigor, un comportamiento equiparable al resto de los servicios en términos de dinámica inflacionista.Con independencia de las insuficiencias del material estadístico disponible, parece cierto que el margen comercial global, definido como la diferencia entre los precios percibidos por el productor agrario o industrial y pagados por los consumidores, ha crecido durante los últimos años para los principales grupos del gasto de] Indice de Precios al Consumo (IPC).

La afirmación precedente exige inmediatas matizaciones. En primer lugar, el incremento del margen comercial global no ha tenido una evolución cuantitativa equivalente en los diferentes grupos de gasto. Así, y por poner un ejemplo, el correspondiente a Vestido y Calzado ha tenido un comportamiento más acentuadamente inflacionario que el relativo al grupo de Alimentación, Bebidas y Tabaco.

Distinciones

En segundo lugar, se hablar de margen comercial global, sin distinguir dentro del mismo la posición relativa que ocupan los distintos escalones comerciales, mayorista y minorista, de comportamiento diferente según años y grupo de productos.

Por último, y sin pretender agotar el capítulo de observaciones, sería equivocado suponer que el incremento en el margen comercial global del sector distribución equivale en su totalidad a renta neta. A la formación del margen comercial contribuyen, además del excedente económico en sentido estricto, la incorporación de nuevos servicios comerciales que tienen un coste y suponen, cada vez más, una proporción mayoritaria del precio final del producto.

En definitiva, mayores márgenes no suponen beneficios equivalentes para los empresarios de la distribución; sólo una mejora de las estadísticas comerciales y los correspondientes estudios parciales, permitirían distinguir los distintos componentes del margen comercial.

En el comportamiento inflacionista de la distribución comercial durante los últimos años ha tenido un papel relevante la coyuntura económica y el proceso de integración económica, social y cultural en Europa.

En un contexto de expansión económica y de apertura al exterior como ha vivido España durante los últimos años, con la consiguiente incorporación de patrones de vida y consumo foráneos, la respuesta de la distribución -y de la producción- al exceso de demanda no es ajustarse por la vía de la disminución de costes y precios finales,- sino la diferenciación y aumento del valor añadido de los productos, sobre todo en el caso de marcas líderes y productos vivos o renovados, sin olvidar el fenómeno creciente de las marcas de distribuidor.

Junto a los factores precedentes, de carácter coyuntural, habría que referirse a los de tipo estructural si se quiere tener una visión global y acertada del potencial inflacionista de la distribución.

En primer lugar, hay que referirse al carácter dual de la distribución española. Junto a empresas de dimensión suficiente y alta productividad, una parte muy significativa del sector se sitúa próxima al margen, y sólo subsiste al calor de la situación expansiva del mercado y merced al carácter monopolista que objetivamente informa la actividad comercial, sobre todo la minorista.

En muy pocas ocasiones se ha ponderado la importancia que sobre el proceso de formación de los precios del comercio tienen los monopolios espaciales limitados, de zona, barrio e incluso calle, y los monopolios internos de las grandes superficies, donde se practica una inteligente y sofisticada política de precios, no siempre en beneficio del consumidor final.

Merece la pena insistir en que es ésta una característica objetiva, inherente a la condición del servicio comercial, singularmente del alimentario, y no forzada por sus agentes económicos. El consumidor o demandante intermedio carece en demasiadas ocasiones de la información, tiempo, capacidad financiera y de almacenamiento y posibilidades de desplazamiento, para contrastar precios y elegir con criterio, debiendo conformarse con la propuesta más a mano.

El carácter dual de la distribución comercial produce adicionales efectos negativos. La componente menos desarrollada se muestra incapaz de incorporar las modernas innovaciones tecnológicas, que incrementarían su productividad y reducirían sus costes, mientras que el subsector más dinámico dispone de condiciones idóneas para no trasladar a los precios finales las ganancias de productividad que ha venido obteniendo durante los últimos años.

Bolsas inflacionistas

Por último, y sin ánimo de agotar el tenia, habría que referirse a dos bolsas inflacionistas de especial relevancia en nuestro país, de carácter espacial y temporal: la existencia de extensas zonas insuficientemente dotadas de estructura comercial adecuada y, las áreas turísticas y veraniegas.

Las políticas instrumentadas desde la Administración Central durante los últimos anos, en las cuales Mercasa ha jugado un papel destacado, han mejorado de manera significativa la productividad y eficiencia global del sistema, pero no han logrado que tales ventajas se trasladen de manera suficiente a los precios, especialmente por las dificultades objetivas que existen para incrementar la competencia en el sector.

Cualquier política de mejora de las estructuras comerciales que se instrumente en el futuro, ha de contemplar entre sus principales finalidades la contribución a la estabilidad de los precios. Ello supone introducir en el cuadro de objetivos estratégicos de esa política el aumento de la competencia, lo cual exige; a su vez, el incremento de la oferta de suelo comercial y la eliminación de cualquier barrera institucional o legal que favorezca la aparición o mantenimiento de situaciones monopolistas, al margen de las tendencias que son inherentes al negocio comercial en este aspecto.

Esa política debe instrumentarse mediante actuaciones selectivas y no indiscriminadas, en diálogo permanente con el movimiento consumidor y los agentes económicos del sector, y con la participación activa de todas las administraciones públicas, sobre todo las autonómicas, que gozan de competencia plena en materia de comercio interior, y las locales, bajo cuyo amparo institucional y jurídico tienen lugar la mayor parte de las actividades comerciales, especialmente las de carácter detallista.

Julián Arévalo Arias es presidente de Mercasa.

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