Marguerite Duras
La autora de 'El amante' resucita
Si las buenas camisas hay que volver a plancharlas tras cada lavado, los libros propios deben volver a ser escritos tras cada nueva gran experiencia personal. Si no, dejan de ser contemporáneos. "Dar por definitivamente terminado un libro es asesinarlo", afirma la escritora y cineasta francesa Marguerite Duras.Ese espíritu ha llevado a Duras a proponer a sus lectores una nueva versión de El amante, novela autobiográfica publicada en 1984, ganadora ese año del Premio Goncourt y traducida a 42 lenguas. Como su predecesora, El amante de la China del Norte, recién editada por Gallimard, cuenta la historia de amor entre la joven Duras y un chino. El escenario es el delta del Mekong, la región donde nació y creció la escritora.
Duras, de 77 años de edad, comenzó a escribir la nueva versión de la historia en la primavera de 1990, al poco de resucitar de entre los muertos. Minada por el tabaco y sobre todo por el alcohol, la escritora había pasado muchos meses gravemente enferma, prisionera de su propio cuerpo destrozado.
En una entrevista publicada en Le Nouvel Observateur, Duras explicó así los horrores de ese sombrío periodo: "Lo terrible era no poder hablar y creer que hablaba. Había llegado un momento en que pronunciaba sonidos ininteligibles para los otros. Entonces me encolerizaba por su incomprensión y ellos me miraban espantados".
El amante de la China del Norte es el fruto de ese renacimiento y de una querella muy durasiana con Jean-Jacques Anaud, el cineasta que rueda una película basada en El amante. Está basada en el guión que Duras escribió para esa película y que Anaud no aceptó.
En El amante de la China del Norte reaparecen los personajes de la versión de 1984, entre ellos Paulo, el hermano menor de la escritora. Duras afirma que toda su obra es la recreación de "Ia experiencia sexual fabulosa, completamente muda", que vivió con su hermano. Un incesto que nunca culminó en el orgasmo "ambos éramos muy pequeños"-, pero sí en "una emoción indescriptible e inolvidable del cuerpo".
Aparte del hecho de que ahora ya no bebe alcohol y escribe con una botella de granadina al alcance de la mano, Duras sigue siendo la de siempre. Capaz de grandes cóleras y de arrebatos de humor. Continúa definiéndose como "una militante de izquierda no afiliada"; sigue entusiasmándose cada vez que alguien huye de una prisión, y aspira a que los judíos la consideren uno de los suyos.
En Le Monde, Michel Braudeau afirma que el estilo de El amante de la China del Norte es hip-hop. Duras, según Braudeau, "ha descubierto el rap " . Quizá ello se deba tanto a la tradicional herejía sintáctica de la escritora como al hecho de que vive en los suburbios de París. Para Duras, los suburbios son "islas" que le recuerdan su Indochina natal y su mezcla de vietnamitas, chinos, franceses e indios. Aquella Indochina rebosante de mendigos, amenazada por la peste y el cólera, donde los niños disfrutaban de la "maravillosa libertad de los países pobres", constituía "el más bello país del mundo".
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