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Los magnates de la comunicación libran una batalla por la prensa en la ex RDA

Tres de los mayores magnates del mundo se hallan enzarzados en una pelea a muerte por el mercado de los lectores de la prensa sensacionalista en la antigua Alemania comunista. Bild Zeitung, del grupo Springer, el gigante de la boulevard presse, como se la conoce en Alemania, se ha topado con una fuerte competencia de la mano Rupert Murdoch y la editora Burda que con Super¡ se dedica a levantar la moral de los deprimidos ciudadanos de la ex República Democrática Alemana alimentando su resentimiento contra los alemanes occidentales a base de historias delirantes.

El tercero en discordia, el británico Robert Maxwell, que junto a los alemanes Gruner und Jahr ha lanzado el más moderado Berliner Kurier, pese a venderlo tan sólo a 30 pfennigs (20 pesetas) -la mitad que Bild o Super!- no ha conseguido hasta ahora entrar en la titánica pelea que libran los otros dos, por este nuevo mercado. Mientras que Super¡ se acerca ya al medio millón de lectores en la ex RDA, y Bild podría haberse hecho con una cifra similar que añadir a sus ya más de cuatro millones de ejemplares diarios, el Berliner Kurier no ha superado aún el listón de los 200.000.Super¡, que empezó llamándose Super Ossie, no ofrece informaciones ni siquiera noticias sensacionales, sino que se dedica a imprimir exclusivamente emociones de alto calibre para la identidad herida de los ossies, y en último término vende odio al wessie. Titulares como: "Envidia: han incendiado la casa de un ossie laborioso porque tenía demasiado éxito", se combinan con cartas de los lectores explicando las humillacion es que sufren de sus patrones occidentales o simplemente las anécdotas sobre la arrogancia de sus compatriotas del otro lado del Elba.

Lo más paradójico, sin embargo, es que Super¡, que tiene redacciones en Dresde, Erfurt, Leipzig y Rostock, además de en Berlín, está hecho por unos 60 periodistas occidentales "disfrazados" de wessies. Tal vez por eso, por la impostura diaria que representan, han conseguido elevar la vulgarldad a categorías nunca alcanzadas por la prensa sensacionalista alemana. Además de las consabidas chicas desnudas, y de espeluznantes historias sobre los viejos jerarcas del desaparecido estado comunista, especialmente en lo que se refiere a sus vicios secretos y orgías organizadas, Super¡ cuenta con una sección dedicada al lector que recoge todas sus cuitas. Lo mejor del caso es que no es necesario escribir al periódico, basta con llamar a una línea caliente abierta las 24 horas para contar la historia más espeluznante que se desee.

Una pastel para 18 diarios

Además de estos tres diarios, existen en Berlín otros 15 periódicos que se disputan sin piedad una parte del pastel. Había más, pero ya han caído. El último de la serie ha sido Der Morgen, que fue el portavoz del LDPD, el partido liberal de la ex RDA, y uno de los primeros en atreverse a criticar el régimen comunista durante el otoño de 1989. Der Morgen, cuya tirada antes del cambio superaba los 100.000 ejemplarés, había visto reducidos sus compradores habituales por debajo de los 20.000 lo que forzó el cierre.El que sobrevive, pese a quedar muy lejos de los tres millones de ejemplares que vendía antes de la caída del muro, es el que fue órgano del Partido Comunista Neues Deutschland. Convertido en un sobrio periódico de izquierdas ha conseguido conservar a algunos centenares de miles de lectores y parece que su continuidad está, de momento, asegurada, pese a que por el ala ecologista radical el Tageszeitung puede robarle lectores.

La llegada del Gobierno y la capitalidad a Berlín, ha habierto, por su parte, la carrera por el puesto de "periódico culto de reférencia" que en el futuro pueda ser el gran rotativo político alemán. El Der Tagespiegel ha sido el primero en renovar su formato y engrosar sus páginas culturales y de opinión al estilo de los grandes rotativos alemanes de Francfort o Munich. Nadie parece haberle seguido en este arriesgado camino, aunque el viejo Berliner Zeitung, uno de los periódicos más tradicionales de Berlín cuya cabecera quedó en el Este después de la guerra, parece abrirse camino en la parte occidental de la ciudad ofreciendo gran cantidad de información local y un producto riguroso aunque no cultista.

Berliner Zeitung tiene tambien un problema legal que le enfrenta al poderoso Springer que tiene la cabecera B. Z., nombre con el que era conocido popularmente el rotativo en el periodo de entreguerras y que tiene la forma de un tabloide sensacionalista. Springer pide a los editores del Berliner Zeitung que se limiten a venderlo en el Este, como hasta ahora, pero estos, a su vez, le exigen que haga lo mismo. Parece que han surgido dos periódicos distintos.

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