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Manifiesto de INIlandia

Aquí se acabó el carbón. El país del INI, Asturias, INIlandia, está en plena manifestación, huelga general, gran escandalera: el plan presentado por la empresa pública minera Hunosa, que contempla la pérdida de 6.000 puestos de trabajo en los próximos años, ha puesto en pie la conciencia callejera de la región: el Gobierno del Principado ha protestado, los sindicatos se movilizan, los partidos critican a Madrid, el alcalde ovetense, del PP, se ha estrenado con un primer bando pidiendo la respuesta ciudadana, e Incluso el arzobispo dice que Asturias, que tanto ha hecho por España, no se merece este trato. La minería es un asunto de todos.Cervantes escribió hace ya tiempo que "no pidas por favor lo que puedas obtener por la fuerza". Pues bien, Asturias, el país del INI, está en eso, en pedir por la fuerza lo que quiere obtener de favor: dinero y puestos de trabajo frente a la interminable reconversión minera e industrial que sufre desde hace décadas, con miles de empleos industriales perdidos, cientos de talleres cerrados y decenas de empresas liquidadas. INIlandia se resiste a clausurar su historia centenaria de región de pozos y chimeneas protestando, apoyada en los datos de la crisis, apoyada en los sentimientos de marginación, apoyada en la razón histórica: el Principado desde Pelayo, desde los ilustrados, desde el carbón y las luchas mineras, entiende que lo dio todo por el progreso y la libertad de España, es decir, que el país tiene una deuda histórica con Asturias.

Porque así como en la época imperial Castilla hizo a España y después la deshizo -según la expresión de Ortega-, Asturias, en cambio, habría dado al país en el tiempo contemporáneo sus mejores recursos, sus mejores hombres y sus mejores luchas sin deshacer nada: bien merece, por tanto, que la crisis se detenga, que se rectifique el plan de Hunosa, que se traigan empresas, que se hagan inversiones, en fin, para comunicar Asturias con el progreso del país.

Sentido común

Aquí, la razón de Estado, el sentido común, se tiene que anteponer a la razón de mercado, el menos común de los sentidos: INIlandia es, sin haberlo querido, una tierra distinta de las otras, una región pública que tiene como patrón a la Administración, y como empresarios a los políticos; el resto es una economía privada que parasita a la pública, mucho prado en lontananza y algún turista en agosto: por eso cerrar lo público antes de poner en marcha planes de reindustrialización es clausurar Asturias, reducirla al paisaje y al campo, devolverla a tiempos de Pelayo.

En efecto, antes de que el carbón levantara el tejido industrial, y los negocios, y las ciudades, y la banca, y la universidad, hasta finales del siglo XVIII, el Principado era una de las regiones más atrasadas de España: como destacó Jovellanos, no tenía trigo, ni vino, ni puertos, ni industrias, ni comercio: sólo disponía de carbón sin explotar debajo de la tierra y de gentes explotadas sobre el terrazgo. Lo que Asturias fue después dependió siempre de aprovechar estos dos recursos naturales, del paisaje y el paisanaje, del carbón y el emigrante: el carbón hizo durante más de un siglo la Asturias industrial; la emigración, el resto, hasta que, en los años sesenta, el mineral y el personal perdieron sus mercados, no tuvieron ni hornos donde consumirse ni países donde embarcarse.

Fue entonces cuando el Estado empezó el acoso y derribo de Asturias. Primero, el franquismo, porque había que meter en cintura a los mineros; después, los tecnócratas de la transición, porque a la empresa pública había que desamortizarla; ahora, porque la CE lo impone. Asturias fue poco a poco desguazada. El último paso de esta historia interminable, de esta reconversión de nunca acabar, es el plan. de Hunosa, sin otra compensación que las 6.000 jubilaciones anunciadas. Sin embargo, la movilización regional ante el recorte de Hunosa, el toque a rebato de todos contra el plan, demuestran que Asturias no se quiere retirar; al revés, quiere seguir en la brecha trabajando, y le pide al patrón medios para conseguirlo, esto es, dinero e inversiones para que el Protectorado del INI vuelva a ser el Principado de Asturias '

En ese camino de retorno del Protectorado al Principado, de la economía intervenida al mercado, es cierto que el patrón, el Estado, ha sido receptivo estos últimos años con las demandas de la región, porque dos de las principales multinacionales venidas a España, la General Electric y la Du Pont, han sido orientadas a establecerse en el Principado, Ensidesa ha modernizado sus instalaciones con importanes inversiones públicas y en las cuencas mineras se contemplan las mayores subvenciones para favorecer la natalidad empresarial. Incluso el ministro de Industria anunciaba hace pocos días que la Administración seguiría subvencionando a Hunosa y a la siderurgia más allá del horizonte de 1993, fecha prevista para desvincular de los presupuestos generales las empresas del INI.

Ganar el porvenir,

Sin embargo, la región se sigue sintiendo pretenda, con un ferrocarril del siglo XIX para llegar a Madrid, con una carretera de entresiglos para viajar a Europa y con una economía de la primera revolución industrial para vivir. Nadie quiere ser minero, pero mientras la Administración no lo remedie, Hunosa es una garantía.

El manifiesto de INIlandia consiste en defender el pasado para ganar el porvenir. No obstante, el tiempo pasa y el malestar aumenta, y ya dijo otro clásico al que le gustaba la política, Benavente, que "nada es más fácil que reunir a descontentos y formar un partido con ellos".

Germán Ojeda es profesor titular de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Oviedo. Director de la Fundación José Barreiro.

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