John Malkovich
A la búsqueda en Croacia de sus orígenes familiares
Agotado tras una dura hepatitis que contrajo en el Sáhara de Paul Bowles, y a la que ha hecho frente con mucho té y cigarrillos chester, John Malkovich encarna ahora su propio papel de hombre que busca sus raíces. "Europa me entiende mejor que América", ha señalado el actor nacido en Illinois (Estados Unidos), que saltó al estrellato bajo las órdenes del británico Stephen Frears y del italiano Bertolucci. Quizá por el mismo recelo con que huye de Nueva York y anda de inquilino de honor en diversas casas de Los Ángeles, Malkovich ha recibido con ganas la noticia del homenaje que le espera en Yugoslavia, donde se viven momentos de gran tensión tras la declaración de independencia de Eslovenia y Croacia.Precisamente en Croacia, en Zagreb, la ciudad de donde proceden los orígenes familiares, han empezado ya los ajetreos del Festival John Malkovich, que, de momento, tiene prevista su celebración dentro de 15 días. Pases de su filmografía entera, exposiciones, charlas y, sobre todo, el espectáculo directo de su enigmática presencia conformarán este acontecimiento que pretende recuperar el árbol genealógico de Malkovich.
Mientras en España se le puede ver de nuevo, aseado y hermoso, en Objeto de seducción, la película de Michael Landsay-Hogg, Malkovich acaba de salir barbudo y bastante más gordo del American Place Theatre de Broadway. El actor, que nunca ha querido romper sus vínculos con el teatro, ha interpretado, bajo la dirección de Bill Hart, la última obra de Sam Shepard, States of shock, casi un monólogo en el que el coronel (Malkovich) reflexiona sobre las taras de la guerra. "Mi trabajo en el teatro de Chicago, hace 10 años, actuando a veces para un público de 10 personas, representa lo mejor que he hecho hasta ahora", afirma Malkovich, que formó junto a Kevin KIine la Steppertwolf Company.
Este hombre que se hizo actor para seducir a una tal Chris, alumna brillante de arte dramático y el furor del campus de Chicago -John Malkovich le declamó su amor, acto heroico que luego ha recordado como una de las actuaciones más logradas de su vida-, confiesa que atraviesa periodos en los que el trabajo de actor le parece fascinante y otros en los que cree que "es el más idiota de todos los oficios".
Este último año, Malkovich ha visto cómo su vida daba grandes tumbos. En el rodaje de El cielo protector, el actor vivió un intenso idilio con la script habitual de Bertolucci, Nicole, y mientras le daba vida a Port hizo una hija que ahora cuenta ocho meses. Al poco tiempo, Malkovich se separó en Roma de su nueva familia y, aunque vacío de proyectos, confiesa que guarda dos guiones para leer: "Uno, de Roman Polanski; el otro, la película que me gustaría dirigir pronto".
El tercer objeto que le acompaña cada día es un pequeño costurero que utiliza cuando necesita relajarse. A Malkovich, a sus 36 años, le encanta zurcir, bordar o coser los dobladillos de los pantalones. Quizá es este amor por el hilo lo que le motiva a irrumpir de cuando en cuando en la palestra de la moda. El último descubrimiento en este campo ha sido el del modista catalán Antonio Miró. Con el fotógrafo Steven Klein, y entre descanso y actuación, John Malkovich ha realizado en Nueva York la imagen de Miró para el próximo invierno. Un figurín que, aun con kilos de más y barba desaliñada, conserva ese lado oscuro que tantos estragos viene causando.
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