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Tribuna:
Tribuna
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Vacaciones

Luego de conocer por las últimas encuestas publicadas que los españoles estamos en la cola de la competitividad europea; que el 50% no lee un solo libro al año; que cada día trabajamos menos y peor que la víspera; que la desidia y la corrupción están malogrando tantas cosas en nuestra patria, y que Hacienda se nos llevó bonitamente el ahorro y la inversión, llegan, al Fin, las vacaciones pagadas, sin saber si nos las merecenos o no.La verdad es que quien más las necesita es el Gobierno, asfixiado por los calores de Amedo y , de Filesa y humillado al haber suspendido varias asignaturas que tendrá que recuperar con clases particulares en 30 días, a menos que se resigne a repetir el curso.

Los demás ya cerramos el negro paraguas de] invierno y hemos abierto, optimistas, la sombrilla floreada del verano para tumbarnos a la bartola, nadar en las playas contaminadas, agarrar herpes de boca, ser mordidos por algún que otro pastor alemán traído de Berlín y gozar de la fritanga en los atardeceres con sangría.

Hoy se inició el vaciado de las ciudades. Los automóviles ofrecían la apariencia del panteón familiar. Padre y madre con cara de lápida dijeron adiós al sepulturero automático. Hijos de rostro granítico se proveían de auriculares y pilas, que conectaron a los tímpanos del esqueleto. Bicho doméstico -can, gato, pájaro- ladraba, maullaba o piaba, cagándose en un arranque de sucia felicidad. Tal vez se agregaba al colectivo un superviviente de la anterior generación, abuelo o abuela, extenuado desde el amanecer por el nerviosismo del trajín y los temores de su desenlace.

Las carreteras de toda la nación comenzaron a rugir a partir de cierta hora como un gigantesco orfeón de bestias desafinadas. La cosa había empezado.

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