Ajustada derrota de España ante Italia
ENVIADO ESPECIAL
España recuperó parte del crédito perdido gracias a una buena demostración de sus cualidades baloncestísticas, unidas a los aspectos anímicos necesarios en ocasiones como éstas. No se ganó porque para hacerlo en campo contrario hace falta ser bastante mejor que el rival y no dejar pasar las oportunidades que te puede brindar tu buen juego.
España las tuvo, sobre todo al inicio del segundo tiempo. Su constancia y tranquila intensidad estaban acallando el griterío del Paleur. Los italianos jugaban a rachas, más con el corazón que con buen juego, y estaban poniendo de relieve la falta de talento que atraviesa el baloncesto transalpino. España sabía frenar las furiosas arrancadas italianas con triples oportunos, y los rebotes eran dominados con claridad.
Concentración
La selección española había salido concentrada y mantuvo la tensión, siempre bien entendida, durante los primeros 20 minutos. Defendió e intentó que sus ataques fuesen lo más rápidos posibles, conscientes de las dificutades que están teniendo para atacar una defensa formada. Sandro Gamba, entrenador italiano, dispuso como variante una zona 3-1-3, que fue atacada con limpieza. Entre esto y algunos contraataques iníciales, España logró 51 puntos, aunque no pudo evitar encajar uno menos. Los cinco primeros minutos de la reanudación, esos que los entrenadores dicen ser tan importantes, mejoraron aún más el panorama.Pero el reloj biológico de España eligió el peor momento para empezar a fallar. Un lapsus ofensivo de 12 minutos se saldó con únicamente 11 puntos -de un 65-56 hasta 76-78, con 3,42 por jugar-, tirando por tierra lo conseguido gracias a un funcionamiento de reloj de precisión. Hasta ese momento, Villacampa, Epi y Martín llevaban el mismo ciclo biorrítmico, lo que hacía mover la maquinaria hispana con soltura y precisión. Pero ésta pasó por momentos de cansancio y el precio pagado fue excesivo y evitable.
El relojero, para entendernos, Díaz Miguel, no estuvo presto y rehusó hacer uso de los favores del reglamento en forma de tiempo muerto. Intentó arreglar los desperfectos retirando a dos de sus piezas maestras, Epl y Villacampa, pero el remedio fue peor. La vuelta de éstos a a la cancha paró la cuesta abajo, pero ya había pasado el tren de la victoria por KO.
Sólo quedaba la solución de triunfar por el camino más tortuoso, el que lleva al triunfo por la vía puntual de jugadas determinadas en los últimos compases del encuentro. Este tipo de suerte no favoreció a España, que vio cómo Gentile y Brunamonti decidían el encuentro en la zona de tres puntos, donde, hasta ese momento, Epi, Villacampa y hasta Martín en una ocasión, habían contenido el empuje italiano.
La selección española jugará por el bronce frente a Francia, pero sí lo más importante no se pudo conseguir sería injusto no reconocer las virtudes exhibidas a lo largo de todo el partido. Si existiese una versión baloncestística del particular ingenio de Bujadin Voskov -a pesar de las muchas mentes preclaras todavía no salido nadie con algo tan lúcido y brillante como: "baloncesto es baloncesto -sería capaz de resumir el intenso partido que brindaron italianos y españoles con un frase limitada y significativa del estilo. Algo así como: "Sólo puede ganar uno o la huerta no es siempre para el que la trabaja". Pero no es el caso.
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