Sigo sin casa, teniendo casa
Parece ser que todo el mundo está contento por la posible desaparición del decreto Boyer. En mi casa pensábamos que nos iba a favorecer, pero como si tal cosa. Tenemos un piso de nuestra propiedad en la calle de las Delicias,y cuando nos vemos en la necesidad de ocupar el piso debido a mi matrimonio -del que hará próximamente un año-, el inquilino se niega a marcharse, se cierra en banda -no quiere ni dinero- y dice que le echemos legalmente. Legalmente tendría que estar ya fuera, pero eso no lo entiende nadie. Se le notificó la necesidad de ocupar el piso con tiempo e incluso por conducto notarial. Nada. Con la justicia hemos topado. Actualmente vivo en un minúsculo estudio (30 metros cuadrados) por el que pago bastante (50.000 pesetas), y seguimos esperando ansiadamente que se resuelva nuestro asunto en un juzgado de Madrid. ¡No podemos seguir viviendo así! Mientras tanto, nuestro inquilino se ríe hasta del decreto Boyer. No es justo-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.