La inherente inquietud

Los precios pedidos y ofrecidos en un momento determinado se justifican en gran medida con los pronósticos de evolución de los cambios; es decir, se establecen sobre los precios esperados en el futuro y en un lapso de tiempo imaginado. A la hora de establecer un equilibrio entre oferta y demanda o de imaginar este equilibrio, no se trata de medir las cantidades suministradas o adquiridas, como en el caso de las mercancías, porque las cantidades de papel cambian en un periodo determinado a causa de las ampliaciones de capital de las sociedades o de otras apelaciones, como las emisiones de obligaciones o bonos convertibles. Los mercados de acciones y obligaciones viven de este modo presos en su inherente inquietud, y como el resto de los mercados de bienes duraderos -materias primas, metales, entre otros- se definen como puramente especulativos.La expectativa imaginada viene dada ahora por el pronóstico de un IPC muy favorable y el lapso de tiempo esperado concluye el próximo miércoles, cuando se conocerá la tasa de inflación. Visto así, el momento es dulce, aunque el inicio de semana no resultó eufórico porque el cuadro resulta más complejo cuando, como ahora, los precios ya están altos.