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GENTE

Arantxa S. Vicario

Una segunda ocasión para romper su rutina en París

Alex Martínez Roig

Arantxa Sánchez Vicario, de 19 años, parará hoy la vida en España por segunda vez en apenas dos años. Todo el país estará hoy pendiente de su final contra Mónica Seles (Yugoslavia), en el torneo de Roland Garros, esperando revivir la tremenda emoción de 1989. Pero eso no cambia en nada la monótona rutina de Arantxa en París. En los últimos 15 días, Arantxa apenas ha tenido tiempo para pasear un rato por el centro de la ciudad. Roland Garros se ha convertido para ella en una especie de segundo hogar.Mientras Mónica Seles no apareció ayer por Roland Garros, Arantxa se pasó todo el día del vestuario a la pista y de la pista al vestuario. Tenía que jugar las semifinales de dobles femeninas y de dobles mixtos y la lluvia impidió que los partidos se desarrollasen con normalidad. ¿Qué hace un jugador cuando llueve? Todos se aburren mucho por la larga espera, y Arantxa no es una excepción. Ayer pasó muchas horas en el vestuario o en la zona de jugadores, una especie de sala de espera de hotel, con una barra de bar y un autoservicio donde comen los jugadores. La acompañaban su madre, Marisa, que siempre viaja con ella; su padre, Emilio; su entrenador, Eduardo Osta, y su preparadora flisica, Mari Cruz Vaquero. Tampoco faltaba Roland, el yorkshire que uno de sus patrocinadores le regaló en 1989.

Arantxa y sus acompañantes leen todo lo que cae en sus manos: revistas, periódicos, el parte meteorológico... A media mañana, Elvira Vázquez, asesora de Arantxa y de Conchita Martínez, recoge los fax con los recortes de toda la prensa española, que entrega después a la familia de la jugadora.

Cuando Arantxa quiere aislarse, coloca una cinta en su minicasete -el jueves escuchó Otro día en el paraíso, de Phil Collins-, y juega durante largos ratos con una pequeña máquina electrónica. "A mí me da igual que llueva o no", dice.

En ese vestuario, donde el acceso está prohibido a toda persona no relacionada con los jugadores, recibió la visita, el jueves, de la infanta Cristina, que no se ha perdido ninguno de los partidos de la española. La Infanta tuvo problemas para entrar en la zona de jugadores, y sólo la intervención de Andrés Gimeno, ganador en 1972 de Roland Garros y comentarista de TVE, que tuvo una agria discusión con el guardián de la puerta, permitió que Cristina de Borbón pudiese felicitar a Arantxa.

La ganadora de 1989 se aloja en el hotel Concorde Lafayette, muy cerca de los Campos Elíseos, y siempre cena en un restaurante cercano, sin ningún tipo de lujo o protocolo. Su menú es tan rutinario como el resto de su vida en París. Siempre inicia sus comidas con un enorme plato de pasta y continúa con un buen trozo de carne. Todos los jugadores, siguen un régimen alimenticio parecido, en busca de los hidratos de carbono de la pasta italiana que tan necesarios le son a la hora de reponer energías.

Hace dos años, Arantxa celebró su victoria con una cena presidida por Javier Gómez Navarro, el secretario de Estado para el Deporte, y luego fue a una recepción en la embajada española, acto que se repetirá este año, gane o pierda. Nadie quiere adelantarse a los acontecimientos y Mónica Seles no es precisamente una rival fácil. Pero una cosa está clara: si gana, Arantxa romperá finalmente su rutina y, como en 1989, se irá a una discoteca a bailar y divertirse.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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