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La huelga obliga a dimitir al primer ministro albanés

El primer ministro albanés, Fatos Nano, presentó su dimisión la pasada madrugada, ante el Parlamento en Tirana, incapaz de frenar la huelga obrera que ha paralizado la actividad económica del país desde el 16 de mayo. Fatos y su Gobierno dimiten también ante la amenaza de graves desórdenes populares y con un paro de más de 300.000 obreros que ha estado acompañado de protestas callejeras y huelgas de hambre. Su Gobierno había quedado formado tres días antes de iniciarse los movimientos de protesta.

La renuncia del primer ministro albanés dará paso, probablemente, a la formación con los grupos opositores de un Gabinete de unión nacional que organice nuevas elecciones: para el próximo año. "Frente a la imposibilidad de ejercer las tareas otorgadas por la Asamblea Popular y el presidente, en ausencia del apoyo político, el Consejo de Ministros acepta presentar su dimisión", dijo Nano dirigiéndose al Parlamento.Agregó que su Gobierno tenía el único plan económico capaz "de estabilizar la grave situación económica, política y social heredada". Fatos Nano, economista de 39 años, primer ministro desde febrero pasado, mes y medio antes de las primeras elecciones pluripartidistas (31 de marzo), subrayó que la gravedad de la crisis económica era tal que amenazaba con el hambre.

Debido a la situación caótica, una compañía extranjera rehusó transportar alimentos a Albania, explicó Nano. El pan, alimento principal de los albaneses, se encuentra con dificultad estos días. Los contactos entre el presidente Ramiz Alia y los líderes sindicales, así como entre el Gobierno y el sindicato, no dieron resultados. Los dirigentes obreros insistieron en el cumplimiento de sus demandas: dimisión del Gobierno, incremento salarial de un 50%, mejora de las condiciones de trabajo y el juicio a los culpables por la muerte de tres jóvenes en Skohder durante la manifestación del 2 de abril pasado.

En vista de la imposibilidad de negociaciones, el partido gobernante, Partido del Trabajo Albanés (con dos tercios de los escaños parlamentarios), junto con los partidos Democrático, Republicano y Socialdemócrata, y la organización Omonia (de minoría griega), acordó que el Gobierno debía dimitir. Además hubo acuerdo sobre la creación de un Gobierno de salvación nacional compuesto por los tecnócratas, que actuaría en el período de transición, antes de la celebración de las elecciones anticipadas, previstas antes de fin de año.

El nuevo Gobierno, que no sería monopartidista, como el de Fatos Nano, tendrá una tarea sumamente dificil: intentar satisfacer las incrementadas esperanzas materiales de la población más pobre de Europa contando con las mínimas ba ses económicas.

Con míseras condiciones laborales, una infraestructura ar caica y el más bajo nivel de vida material en Europa, los albaneses despertaron de] aislamiento flisico y político de más de medio siglo sólo el año pasado, cuando comenzó el éxodo a las embajadas occidentales seguido con la huida masiva hacia Grecia y posteriormente a Italia. Más de 40.000 personas escogieron el éxodo, pero otros tres millones permanecieron con la esperanza de que las primeras elecciones libres y la vuelta a la democracia acercarían su nivel de vida a las imágenes que asiduamente ven en la televisión italiana y griega. Sin embargo, los primeros meses de la democracia no trajeron ninguna mejora inmediata y la huelga general paralizó lo poco que funcionaba.

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De ahí que el nuevo Gobierno, cuya formación se espera en los próximos dos días, corre el riesgo de caer, como el anterior, en un círculo vicioso: no contará con el apoyo popular y obrero si no asegura las mejoras económicas y no podrá asegurarlas sin el consenso político, esfuerzo laboral y sacrificios de la población albanesa.

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