_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Asesinato

Quiero pensar que quizá han sido muy afortunados dos de los autores del atentado de Vlc al perder la vida ellos mismos 24 horas después de arrebatársela, de manera tan sanguinaria y cobarde, a cuatro niñas que jugaban en el patio de la casa cuartel de la Guardia Civil.Prefiero pensar que han sido afortunados, porque aún creo que más allá de la barbarie y de la perversión del ser humano existe la desesperación irreprimible de la culpa por un acto atroz ejecutado fría y libremente. Los terroristas muertos aventajan a los que les sobreviven por un solo privilegio: en el silencio y en la oscuridad de cada noche ya no oirán los gritos de espanto de sus víctimas, ni verán sus cuerpos mutilados, mientras que los otros, sí. La angustia de su pesadilla será interminable.

La organización criminal se irá repartiendo entre cómplices y encubridores los dividendos de infamia y de locura que genera su siniestro oficio. El control remoto del miedo a perecer les hace utilizar mando a distancia con el que activan la bomba y revientan el patio de recreo infantil, mientras ellos, defensores valerosos de la tiranía, se agazapan debajo de las piedras a escuchar la explosión.

Ya es hora de negociar con ETA, propuso Arzalluz arropando a los verdugos. Me da igual que lo dijera antes de la matanza, después de la matanza, o entre dos matanzas. Lo que pide este señor no es paz, sino garantía de su futuro político.

Y HB vuelve a darnos prueba de su sensibilidad moral, si es que aún sospecha que nos hace falta, al no condenar el atentado terrorista, aunque comparte el dolor de las víctimas. Su silencio hubiera sido más digno que esta manifestación de ofensiva condolencia. Pero desengañémonos: no hay que esperar dignidad, y aun menos exigirla, de quienes se benefician del asesinato.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_