El segundo nieto
EL PASADO miércoles fue elegido líder del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) un personaje que, si la escena política germana mantiene sus características y tendencias actuales, debe ser quien devuelva a este partido al poder federal en los comicios de 1994. Björn Engholm resultó designado por abrumadora mayoría. La nueva estrella política alemana, presidente del land de Schleswig-Holstein desde 1988, pertenece a la generación de socialdemócratas alemanes da como nietos de Will Brandt, aunque él prefiera ser calificado como hijo de Helmut Schmidt en recuerdo del Gobierno de este antiguo canciller.La coalición gubernamental de democristianos y liberales que posibilitó la unificación alemana y que ganó las elecciones generales subsiguientes (explotando la postura de reticencia del SPD frente a un proceso cuyos desmesurados costes eran desdeñados) padece ahora los efectos negativos de su política. Ello redunda en beneficio de los socialdemócratas y de las posibilidades de Engholm de acceder a la cancillería. Los sondeos así lo auguran, por el momento.
Las tensiones internas del SPD han sido una constante en un partido que, además de sufrir nueve años de desgaste por su apartamiento del poder, está dominado por fuertes personalidades: Brandt, desplazado en 1974 por escándalos de espionaje; Schmidt, empujado a las tinieblas tras ser sustituido en 1982 por Kohl después de una votación de confianza de la Cámara; Lafontaine, el primero de los nietos, perdedor de los comicios generales del año pasado.
Pese a su triunfo, Engholm va a tener que luchar como sus predecesores para imponer sus innovadores criterios a un partido en el que los barones tienen mucho que decir. En este caso, no se trata sólo de Brandt o de Lafontame, sino del predecesor de Engholm, Viogel, que mantiene la presidencia del grupo parlamentario. El futuro depende de las indudables dotes políticas de que Engholm ha hecho gala hasta ahora.
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