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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El aparcamiento de la calle del Sacramento

Aunque me he dirigido a las autoridades municipales madrileñas como presidente de la comunidad de propietarios de Sacramento, 10, esta vez lo hago a EL PAÍS en nombre propio, que hacerlo por una colectividad comporta una mesura que hoy no me siento capaz de mostrar.Hace un par de años, cuando supimos los vecinos del proyecto municipal de construir un aparcamiento junto a nuestra calle, escribí por cuenta propia al alcalde Rodríguez Sahagún rogando que se me tuviera en cuenta en la concesión de plazas para personas ajenas al Ayuntamiento, ya que habíamos oído decir que se reservaría espacio para los vecinos dada la lastimosa situación en que nos encontramos frente a los guardianes de las plazas reservadas para gente con prebenda, sean concejales, militares de Capitanía General, de un par de cuarteles situados en las calles del Factor y de San Nicolás o funcionarios del Consejo de Estado.

Contestóme presto el alcalde, haciéndome saber que trasladaba el asunto al concejal correspondiente. Este tardó varios meses en responder, tras algunos requerimientos míos, diciendo que el tema estaba sin decidir. Mucho después, a comienzos de este año, los vecinos de mi casa decidimos dirigirnos de nuevo al Ayuntamiento solicitando acceso a un servicio cuya obra nos ha traído de cabeza durante 18 meses, por el ruido infernal -a veces en horas no permitidas- y porque nuestro pedacito de acera ha sido invadido por los automóviles de concejales y otros funcionarios, sin que a los vecinos nos quede otra opción que las tremendas multas, de las que puedo dar fe documental. No hemos recibido más respuesta que el famoso silencio administrativo celtíbero, aunque, eso sí, el Ayuntamiento haya editado folletos y exhibido maquetas del invento con gran bombo, especificando en todo ello que se trata de un aparcamiento para funcionarios y autoridades.

Este concepto hispano de la palabra autoridades -de tanto arraigo en nuestra penosa vida pública- ha quedado patente una vez más al intentar localizar en los archivos municipales el acta del pleno que aprobó la obra del aparcamiento, acta en la que parece constar que los vecinos tendríamos acceso a él.

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Pues bien, esa acta ha desaparecido, no aparece por ningún lado. En el ínterin, las personas responsables de contestar a esas instancias no han tenido tiempo para ello, tantos eran los actos electorales a que asistir, tantas las obras aceleradas a todo trapo. Entre ellas, claro, el aparcamiento de la calle del Sacramento.

¿Hasta cuándo?-

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