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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El mensajero

22.05 / La 2The co-between, 1971 (113 minutos). Director: Joseph Losey. Intérpretes: Julie Christie, Alan Bates. Drama.Toda película de Joseph Losey, por menor que sea, es interesante. O tiene algo interesante. Urge recordar que a unos años de fervor siguieron otros de denostación. Que el aplauso incondicional a películas como La clave del enigma, Accidente, El sirviente o Eva se trocó en repulsa ante El asesinato de Trotsky o Las rutas del Sur.

Espléndidas muestras de cine novedoso, inteligente, eran, de acuerdo, las primeras, pero en absoluto las segundas estaban exentas de calidad. El mensajero, en ese vaivén del gusto hacia la obra de quien en definitiva fue un maestro, ocupa un punto intermedio, un puente. Para muchos es la última película estimable de Losey; para otros, uno de sus primeros patinazos.

Para sacar conclusiones propias, habrá que ver interesado el filme y juzgar por sí mismo. Para el criterio personal de quien esto escribe, El mensajero es una película notable; en su trazo preciso, en su parsimonia descriptiva, que va creando aromas y sabores conforme avanza el relato, está toda la sabiduría de quien sabe narrar y tiene cosas que decir.

Se basa la obra en una novela de L. P. Hartley, nuevamente tratada en el guión por Harold Pinter. Y nos cuenta -o mejor, nos evoca- desde el hoy una historia del ayer: la de un chico que, en aquella sociedad alta y grande de la Inglaterra pretérita, hizo el papel de, cartero y correveidile entre una chica rica y noble y su amado, de baja extracción social, no sin dejar de sentir un amor inconfesado por ella.

Naturalmente, la ambientación es propia del mejor cine inglés, o de series televisivas de la misma procedencia que rápido vienen a la cabeza. Pero en ningún momento aparece encorsetada y encopetada la película, ni mucho menos académica, pues un hálito romántico, melancólico y vital revolotea por sus aires; una fuerza, visual y conceptual, propia de una obra de verdadero nervio y fuerte temperamento.

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