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Entrevista:

"Convendría que el papel del Estado fuera menor"

Presidencia prepara un real decreto que dará nuevas competencias a la comisión delegada que preside Solchaga

Andreu Missé

Carlos Solchaga, principal impulsor de las ideas liberales en el Gobierno, mantiene, no obstante, como una de las principales prioridades de su acción política la reducción de las desigualdades económicas a través de un sistema fiscal muy progresivo.Pregunta. ¿Con el nuevo Gobierno se considera con más fuerza para desarrollar su política económica?

Respuesta. No hay un cambio sustancial en esa materia. Por fortuna, a lo largo de todo el tiempo que he sido ministro he dispuesto de lo que era el arma fundamental para llevar a cabo la política económica y su coordinación con el respaldo del presidente. Esto sigue pasando ahora, aunque, si se quiere, ahora el equipo económico del Gobierno -sin desmerecer al anterior, me gustaría que esto quedara claro- es más coherente, somos gente que nos parecemos más.

P. ¿Hay algún proyecto para aumentar las competencias de la comisión delegada?

R. No, lo que pasa es que la comisión delegada debe cambiar un poco el contenido de sus asuntos. La comisión, para ser útil, tiene que pensar mucho más en los planes y estrategias a medio plazo y mucho menos en la intervención concreta a corto plazo.

P. Entonces, ¿precisa una reforma jurídica?

R. Sí, tenemos en estudio un real decreto de la Presidencia del Gobierno asignando de nuevo las tareas y funciones a la Comisión Delegada de Asuntos Económicos.

Gobierno y partido

P. ¿Es operativo el modelo de funcionamiento que existe ahora, con un Gobierno tan marcado por criterios técnicos y un partido con una política mucho más definida? ¿No sería mejor un Gobierno con mayor participación de políticos y un partido con mayor influencia de los expertos?R. Creo que en esa pregunta lo que hay, con todos mis respetos, es una mala interpretación de cuál es el papel de los políticos o cuál es el perfil de los políticos. A mí se me ocurren pocas actividades más políticas que la de un miembro del Gobierno que además, de manera conjunta y colegiada, decide los asuntos del país; naturalmente, en coordinación con las Cortes, que deben respaldar las propuestas legislativas y las reformas que el Gobierno lleve adelante.

P. ¿Usted cómo prefiere que le definan: como socialista, como socialdemócrata o como un político de izquierdas?

R. Yo he dicho toda la vida que soy un socialdemócrata, y además he insistido más de una vez que dentro de los socialdemócratas, que son aquellas personas que creen que se pueden producir reformas en la búsqueda de la igualdad en la sociedad y de una mejor justicia, pero siempre respetando las formas democráticas, nunca mediante procedimientos supuestamente revolucionarios que no conducen a nada. Soy de aquellos que les dan mucha más importancia que otros al paso hacia la sociedad libre y de economía de mercado.

P. ¿Qué puede hacer un socialdemócrata para reducir las desigualdades de este país?

R. Seguir aplicando, como me parece que he aplicado yo con gran rigor, un sistema Fiscal que es bastante progresivo, por no decir muy progresivo, y tratar al mismo tiempo de producir una redistribución mediante el gasto público, de manera que los pobres tengan mejor acceso a la vivienda, a la enseñanza, tengan una cobertura sanitaria suficiente, mejores servicios sociales y un nivel de pensiones suficientes.

P. Sin embargo, en los últimos años se han reducido muy poco las desigualdades.

R. Esa es una opinión que he oído en más de una ocasión y no he visto nunca suficientemente respaldada.

P. La participación de los salarios en la renta, por ejemplo, no ha aumentado.

R. Pero eso es una de las variables que peor guía sobre la evolución de la igualdad, porque, naturalmente, en nuestra sociedad de 1920 los asalariados no participaban de la propiedad de las empresas, y los empresarios obtenían buena parte de su renta simplemente de las rentas del capital. La verdad es que si uno observa sociedades que son mucho más igualitarias que la nuestra -por ejemplo, la sueca-, observará también que en los últimos 20 o 30 años la proporción de los salarios en la renta se ha reducido en todos los casos. Creo que la elevación de las pensiones ha hecho, por ejemplo, que muchas mujeres y hombres de la tercera edad ahora no estén marginados.

P. ¿Pero también es cierto el tópico de que los ricos son más ricos?

R. Soy consciente, al mismo tiempo, que como en todas las épocas de auge económico ha habido movimientos especulativos, ha habido fortunas que han surgido demasiado deprisa, y esto produce una cierta reacción en la sociedad, que da la impresión a veces de que hay ricos que están siendo muchísimo más ricos que antes; pero la verdad es que a mí me parece que ésta es una sociedad mucho más justa.

P. Hace pocos días, un editorial de Financial Times decía que uno de los problemas mayores de la economía española es que tiene muchas subvenciones.

R. Yo creo que no está mucho más subvencionada que algunas otras comunitarias; no puedo decir que la británica, que es ahora un poco más liberal de que lo que fuera hace ahora tan sólo 10 años. Pero sí es cierto que todavía no hemos depurado algunas de nuestras prácticas intervencionistas, y que en ese sentido convendría que el papel del Estado fuera menor.

P.¿Por qué rehúye tanto definirse sobre el fondo de los grandes temas económicos, como la energía nuclear, el papel del sector público, la vivienda o la privatización de las empresas? ¿Siempre deciden sobre estos temas sin ningún debate previo y, a veces, con mucho oportunismo electoralista?

R. Bueno en esos casos hemos adoptado posiciones muy pragmáticas. Lo que no tiene ningún sentido, en mi opinión, es que un Gobierno sea pronuclear o antinuclear; en cada momento dependerá de las alternativas energéticas que existan y de los costes que anticipe a la hora de disponer de los residuos. Si en el año 2000 tenemos tecnologías nucleares que sean mucho más seguras, que eliminen en gran medida el riesgo de los residuos, no habrá, pues, ninguna razón para ser antinucleares. Ahora existen razones para preocuparse por las consecuencias de la energía nuclear.

P. ¿Y cuál es su posición sobre la empresa pública?

R. Sobre la empresa pública, lo que sí dijimos fue que este Gobierno no tenía más proyecto de nacionalización que el de la red pública de la alta tensión, nacionalización que, por cierto, llevé a cabo yo, supuestamente el más liberal. Nunca hemos tenido otro proyecto y nunca hemos dicho que quisiéramos que más partes de la actividad económica formaran parte del sector público.

P. Hablando de competitividad, ¿quién tiene razón, el Banco de España o Aduanas? Mejor dicho: ¿está mejorando realmente España en el comercio exterior?

R. Sí, quien mide el comercio exterior es Aduanas; el Banco de España lo que mide son los flujos de divisas. Es como si usted vendiera mañana un coche, y la mitad del dinero se lo quedara en su casa y la otra mitad lo metiera en el banco. El banco mediría la mitad; las aduanas, sin embargo, registran de verdad lo que sale y lo que entra ahora, no cuando ingresan o cuando pagan.

P. ¿Por tanto, está mejorando la competitividad real de la economía española?

R. Sin ninguna duda. Llevamos ya más de un año en que nuestras exportaciones en términos reales están creciendo más que el comercio mundial en términos reales, lo cual es la mejor prueba de nuestra mejora en la competitividad, y eso a pesar de que el tipo de cambio no ha evolucionado favorablemente.

Competitividad y salarios

P. Sin embargo, usted, de forma reiterada, llama la atención sobre el aumento de los salarios. Como si los salarios fueran el gran problema de la competitividad, que, por lo que se ve, no está tan mal.R. Es verdad que estamos consiguiendo mejores resultados en materia de nuestra capacidad de competir, pero es a costa de un crecimiento económico menor del que podíamos tener. Si además de esto tuviéramos costes que crecieran menos, podríamos, al mismo tiempo, tener tipos de interés más bajos gracias a una política monetaria más expansiva, y entonces tendríamos las dos cosas: mejora de nuestra capacidad de competir en mercados exteriores y un crecimiento más o menos fuerte de la actividad económica, como sería deseable. En última instancia, esta combinación ya la estamos consiguiendo, aunque a costa de que la creación de empleo ahora, aún siendo positiva, es mucho menor de lo que era hace dos años.

Esta es la razón por la cual yo, analizando este tema con una mayor perspectiva temporal, no digo que los salarios sean, obviamente, la única causa que reduce el nivel de competencia de nuestro país.

P. Pero ahora que ya no hay elecciones sindicales y están firmados casi todos los convenios, ¿por qué es tan difícil lograr el pacto de competitividad?

R. Yo creo que no lo es, y desde luego tengo la esperanza de que podamos hacerlo. Mi calendario es que, a finales; de mayo o en los primeros días de junio, la comisión mixta Congreso-Senado podría establecer sus conclusiones y las resoluciones sobre lo que debemos hacer en materia de competitividad y de preparación de nuestra economía para el mercado único y la unión monetaria. A partir de ahí podremos presentar en la comisión el plan de competitividad para luego negociarlo con los sindicatos, y tengo la esperanza de que a lo largo de este verano seamos capaces de llegar a un acuerdo.

P. ¿Cuáles son las líneas maestras de este plan?

R. Yo creo que no puedo revelarlo todavía. Ya sé que es una cosa que se me reprocha con frecuencia: está usted hablando del pacto y no nos dice en qué consiste. Sí puedo avanzar que se contemplará la moderación del salario nominal, el sostenimiento del poder de compra de los asalariados, y que, por otro lado, los beneficios, en la medida de lo posible, se reinviertan, y, naturalmente, algunas políticas adicionales que deberá hacer el Gobierno, sobre todo en materia de formación profesional y de lucha contra el desempleo.

P. Cuando han presentado el nuevo banco público, la Corporación Bancaria de España, han dicho que pretendían reordenar el sector financiero público, pero que también intentaban forzar que la banca privada modere sus tipos de interés. ¿En qué medida, con un dominio del 13%, se puede incidir en el sector?

R. Ya quisieran muchos tener un 13% de cualquier mercado para imponer algo. No, yo creo que sencillamente la nueva Corporación Bancaria obedece a esos dos objetivos que acaba de decir. Por otro lado, vamos a gestionar de manera eficiente y de una sola mano lo que ya teníamos, aprovechando las complementariedades entre unas y otras instituciones. En segundo lugar, vamos a provocar desde el sector público un aumento de la competencia con el fin de que las diferencias que existen entre los tipos de activo y los de pasivo en los bancos españoles sean cada vez menores.

P. ¿Se acabó ya con el crédito oficial?

R. No, el crédito oficial seguirá existiendo en España como existe en otros países, aunque organizado de manera diferente. Tenemos, por un lado, una agencia oficial o un agente financiero del Estado, del que ya no dependerán los bancos. Este será el agente financiero que cuando necesitemos un convenio para financiar viviendas se pondrá en contacto y hará la oferta a toda la banca.

P. De cuando en cuando, cuando habla de temas bancarios vuelve a manifestar que se necesita una mayor concentración, y vuelve a mostrarse favorable a las fusiones. ¿Se refiere sólo a bancos o hay otro tipo de empresas?

R. Estoy hablando fundamentalmente de bancos. Yo no tengo nada contra otras posibles fusiones, pero donde yo veo que la situación va a cambiar dramáticamente es sobre todo en el sistema financiero. Y por eso me parece que cuando yo veo los bancos que van a venir, que están viniendo aquí, pero que vendrán todavía de manera más masiva, los alemanes, los italianos, los franceses, y los comparo con el tamaño de los grandes nuestros, me doy cuenta de que somos muy pequeños.

P. ¿La fusión entre el Hispano Americano y el Central es el modelo de fusiones bancarias que propugna el Gobierno?

R. Se trata de la fusión de dos entidades grandes del sistema financiero español de las que se verán afectadas por la gran banca europea. Esta operación entra dentro de las que el Gobierno venía amparando.

P. El Gobierno dará exenciones fiscales con los mismos criterios que aplicó en el BBV y La Caixa

R. Con toda seguridad, sí.

Evitar las dos velocidades

P. ¿Puede escapar España a la Europa de las dos velocidades?R. Yo creo que lo primero que hay que preguntarse, y como objetivo proponerse, es que Europa no vaya a dos velocidades. Luego ya veremos lo que España hace, pero creo que es muy importante que lo hagamos ahora.

Si fueran dos velocidades porque hemos fracasado, creo que España debe evitar quedarse en la segunda velocidad. Estoy convencido de que sería mucho más costoso para este país quedarnos en el furgón de atrás.

P. ¿Cuáles van a ser las repercusiones del nombramiento de Edith Cresson y la dimisión de Karl Pöhl?

R. Habrá que ver de qué manera Edith Cresson puede introducir cambios, aunque éstos no deberían ser sustanciales, ya que hasta hace pocos meses formó parte del Gobierno; es posible que ponga énfasis en la defensa de algunos aspectos relacionados con la defensa europea. El presidente del Bundesbank ha aducido razones personales para su dimisión, y es de destacar que es un hombre que ha llegado a personalizar la imagen de independencia respecto del Gobierno alemán. Creo que quien le ha sucedido tratará de preservar la misma independencia.

P. ¿Cuándo entrará la peseta en la banda estrecha?

R. Cuando sea posible. Desde luego, mientras la peseta esté en la parte alta de la banda no se va a reducir la banda de España.

P. ¿Y puede existir una etapa intermedia?

R. No lo sé. Yo desde luego, no me habría de oponer.

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