Toque de queda en un distrito hispano de Washington
La paz puede haber llegado a la zona del Golfo, pero no a las calles de Washington, donde la alcaldesa, Sharon Pratt Dixon, se vio obligada a imponer ayer el toque de queda tras dos noches de disturbios en un barrio predominantemente hispano situado en las cercanías de la Embajada de España. Por segunda noche consecutiva, grupos de jóvenes convirtieron el lunes el distrito de Mount Pleasant, en el noroeste del distrito de Columbia, en un campo de batalla y desolación hostigando a la policía con ladrillos, botellas y latas de bebidas espumosas, prendiendo fuego a varios coches patrulla y vehículos de las cadenas de televisión y saqueando una serie de supermercados y tiendas de la zona.
La acción de los manifestantes que atacaban a los agentes de la autoridad no en masa, sino en pequeños grupos que se disolvían y reagrupaban cada vez que eran objeto de una carga estuvo provocada por un controvertido incidente registrado el domingo, en el que un hispano resultó herido en el pecho por un disparo realizado casi a bocajarro por una policía.Dos días después, el inciden te no había sido todavía aclarado, y las versiones diferían radicalmente según su procedencia. Para la policía, la agente que realizó el disparo, Angela Jewell, una rookie o novata en el cuerpo, no tuvo más remedio que disparar al haber sido amenazada con un cuchillo cuando intentaba detener a Daniel Enrique Gómez.
Sin embargo, según manifestaron varios testigos presenciales, Gómez recibió el disparo cuando había sido reducido por Jewell y otros tres policías que habían acudido en su ayuda y se encontraba esposado o por lo menos, con una esposa puesta. Los testigos que se prestaron a dar su versión a la policía negaron que Gómez, que ayer seguía en estado crítico en un hospital local, esgrimiera un cuchillo, aunque reconocieron que se encontraba en un estado de fuerte intoxicación etílica.
La versión de que un hispano esposado e indefenso había recibido un disparo procedente de la policía se extendió como reguero de pólvora por todo el barrio y provocó una explosión de indignación entre sus residentes, que tomaron materialmente las calles del distrito de Mount Pleasant y durante seis horas mantuvieron en jaque a la policía. El resultado de los enfrentamientos fue de 10 agentes heridos (uno de ellos de gravedad), seis coches patrulla incendiados y varios establecimientos asaltados, principalmente para conseguir munición en forma de botellas o latas.
La alcaldesa Dixon, que resultó elegida el pasado noviembre en sustitución de Marion Barry, condenado a seis meses de cárcel por posesión ilícita de drogas, convocó una reunión el lunes con los líderes de la comunidad hispana de Washington, en la que prometió atender sus reivindicaciones.
La calma pareció renacer durante la mañana y la tarde del lunes, pero los incidentes rebrotaron por la noche. Una vez más, pequeños grupos de jóvenes comenzaron a hostigar a la policía en acciones de guerrilla. Los efectivos antidisturbios hicieron su aparición e intentaron disolver a los manifestantes con bombas de gases lacrimógenos. La acción de protesta se extendió a los barrios colindantes con Mount Pleasant.
Pratt Dixon, que recorrió la zona en medio de extraordinarias medidas de seguridad, ordenó su acordonamiento y la implantación del toque de queda entre la medianoche del lunes y las cinco de la madrugada de ayer. "Estoy dispuesta a hacer todo lo posible para atender las justas reivindicaciones de la comunidad hispana de Washmgton", dijo Dixon, "pero no a tolerar la violencia".
Más de 1.000 agentes tomaron militarmente la zona de Mount Pleasant y practicaron una cincuentena de detenciones antes del comienzo del toque de queda. El orden volvió a las calles en la madrugada de ayer, aunque la tensión seguía flotando en el ambiente.
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