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La relación con Londres, condicionada por Gibraltar

El presidente Felipe González dejó claro ayer que las relaciones con el Reino Unido no serán tan cordiales como las mantenidas con los demás socios y aliados de España mientras persista en suelo español una colonia británica. En su primer viaje oficial a Londres, el jefe del Ejecutivo hizo esta afirmación durante la cena que le ofreció anoche en su residencia el primer ministro británico, John Major, quien en su brindis de bienvenida no hizo, sin embargo, ninguna referencia a la cuestión gibraltareña. Major eludió los puntos de disensión y abundó en los lados amables de la relación bilateral, refiriéndose a España como "nuestro aliado, nuestro asociado y nuestro amigo entrañable".

González mantuvo primero una conversación con el secretarlo del Foreign Office, Douglas Hurd, antes de ser recibido, en el palacio de Buckingham, por la reina Isabel II, con la que habló a solas en francés. Por la tarde pasó revista, en la calle de acceso al Foreign Office, a la banda del segundo batallón de la guardia de granaderos que, antes de interpretar los himnos, tocó My fair lady, Indiana Jones, etcétera. Después se entrevistó con Major, con el que se volvió a reunir para cenar, aunque, a media tarde, hizo un hueco para recibir al líder de la oposición laborista,"( ... ) Me temo que la fluidez deseable en las relaciones entre socios y aliados que comparten muchas ideas en común serán difícilmente alcanzadas mientras subsista el problema de Gibraltar", subrayó González al término de su discurso. "Tanto las relaciones bilaterales como las comunitarias y multilaterales se resienten de este problema, residuo de la historia".

"Prueba de imaginación"

A renglón seguido, el jefe del Ejecutivo instó al Gobierno británico, "por su especial relación con su colonia, a hacer prueba de imaginación", con vistas a "encontrar una solución aceptable para España y el Reino Unido, en la que no sería prudente olvidar a los gibraltareños, pero tampoco, por supuesto, obrar únicamente en función de sus deseos", a los que, en opinión de la diplomacia española, se somete Londres, motivo por el cual no se aplica el acuerdo alcanzado sobre la utilización conjunta del aeropuerto. El jefe del Ejecutivo español concluyó: "Estamos, como lo hemos estado siempre, dispuestos a facilitarle la labor" imaginativa.

La mención al Peñón en el discurso fue, según fuentes del séquito presidencial, una referencia: para la historia, para dejar sentado que en su primera visita de trabajo a Londres, González reiteró la revindicación española, sobre la que la delegación que le acompaña no se hace ninguna ilusión de que avance un ápice con motivo de este viaje. "Estas cosas no se pueden resolver de la noche a la mañana", comentó resignado el titular español de Exteriores, Francisco Fernández Ordónez.

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En lo que va de año, algunos altos funcionarios del Foreign Office han aludido ante sus colegas españoles a la posibilidad de estudiar la instauración en Gibraltar de un régimen de cosoberanía hispano-británico similar al vigente en Andorra entre Francia y España, lo que hubiese supuesto una apreciable modificación de: la postura del Reino Unido. Pero ayer en Londres nadie reiteró esta sugerencia.

John Major, primer ministro británico, respondió al discurso de González con uno que eludió los puntos de disensión, abundó en los lados amables y se fijó con especial deleite en la figura de la mujer española.

El premier dijo: "Para nosotros, España tiene algo muy especial". Major aludió al sumo sacrificio que él, apasionado amante del cricket, ha hecho en el pasado al anteponer la estancia veraniega en España a la presencia en los campos de cricket británicos. Major comenzó a viajar a España hace unos 25 años. "Tiempo en el que", añadió "he llegado a amar a vuestro país y a vuestro pueblo".

Si en el plano bilateral Gibraltar separa a Madrid de Londres, en el comunitario está surgiendo ahora un nuevo motivo de enfrentamiento: el empeño español por lograr que la puesta en práctica de la unión económica y monetaria de la CE vaya acompañada de la creación de un fondo de compensación que transfiera más recursos de los Estados ricos, en cuya cola figura el Reino Unido, a los pobres, a cuya cabeza se sitúa España.

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