Militares españoles supervisarán el proceso de paz en Angola
Militares españoles participarán en Angola en la supervisión de los acuerdos de paz firmados el miércoles en Estoril (Portugal) por el Gobierno de Luanda y la guerrilla de la UNITA. Estos acuerdos no prevén el envío a la ex colonia portuguesa de una fuerza de paz o de interposición de las Naciones Unidas, ya que se trata de un "conflicto interno" y la organización internacional permanece por ahora fiel al principio de no injerencia.
Sin embargo, los rebeldes angoleños han exigido un "control internacional" del alto el fuego y los acuerdos atribuyen un papel importante a los cascos azules para supervisar la ejecución de por lo menos dos de los seis documentos que constituyen el llamado Protocolo de Estoril: la desmovilización parcial de las tropas gubernamentales y de la guerrilla y la neutralización de la policía angoleña durante el periodo previo a la realización de las elecciones, previstas para septiembre de 1992. La paz se firmará en Lisboa a finales de mayo y el alto el fuego entrará en vigor el 1 de junio.Por razones de "operacionalidad" pero también para "ahorrar medios humanos y financieros", quedó acordado con el representante del secretario general de la CINU en las negociaciones de paz que estas tareas sean desempeñadas por la UNAVEM, la fuerza multinacional actualmente encargada de controlar la retirada de las tropas cubanas y cuyo mandato expirará en junio, después de la salida de Angola (del último "combatiente internacionalista" cubano.
Esta fuerza, comandada por un general brasileño, incluye militares de ocho países, entre ellos una decena de oficiales españoles que se encuentran en Angola desde 1988.
Ejército único
La creación del futuro ejército único angoleño y la cuestión de la seguridad interna durante la fase de transición fueron los problemas más difíciles que tuvieron que resolver los negociadores.
Según el mediador portugués, Jose Manuel Durao Barroso, cuando se celebren las elecciones no deberán existir en Angola fuerzas militares o militarizadas controladas exclusivamente por una de las dos facciones que luchan por el, poder desde hace más de 15 años. El futuro ejército nacional integrará en sus fuerzas terrestres (40.000 hombres en total) un número igual de soldados gubernamentales y de antiguos guerrilleros. El resto, o sea, más de 100.000 hombres, deberá desarmarse, desmovilizarse o reagruparse en zonas previamente delimitadas. Asimismo, el proceso deberá ser "verificable" en todo momento por la comisión mixta Gobierno-UNITA y por las Naciones Unidas.
Más complicada aún será la cuestión del orden público en las grandes ciudades y en particular en la capital. La vuelta de Savimbi y de sus hombres a Luanda, de donde fueron, expulsados por la fuerza en 1975, meses antes de la independencia de Angola, es esperada con recelos no sólo por los responsables del actual Gobierno angoleño, sino también por buena parte de la población y de los residentes extranjeros.
Las primeras reacciones al anuncio de la firma de los acuerdos de paz han estado marcadas por la prudencia y una buena dosis de incredulidad.
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